Capítulo VIII

2.9K 392 89
                                    

La música de fondo se hizo más fuerte y en la pantalla comenzaron a aparecer los créditos.

-Fue una buena película, verdad Eiji?- preguntó Jade levantando la cabeza y separándose un poco del mayor para poder mirarlo.

-Mnn...-

Eiji estaba dormido profundamente.

-Heh, gané la apuesta...- sonrió con satisfacción.

Sin hace ruido se levantó de su lado, apagando el televisor y las luces de la habitación. Con mucho cuidado se metió en la cama, y volteó para mirar el rostro dormido del Japonés. Por unos minutos se quedó ensimismado. Cuando estaba junto a Eiji sus miedos y preocupaciones desaparecían. Lentamente posó su mano sobre su mejilla, tocando el cabello que caía sobre su rostro. Eiji no quería cortarse el cabello. Insistía en llevar esa coleta desarreglada, aunque le molestaba para trabajar.

Jade suspiró. No quería quedarse dormido. No le había dicho nada a Eiji, pues lo que menos quería era preocuparlo, pero había comenzado a recordar cosas desagradables y las pesadillas eran cada vez más frecuentes.

Desde que tenía conciencia, Eiji estaba en sus recuerdos. Pero de una forma extraña. Era como si aún no lo hubiera conocido, aunque estaba seguro de que se habían encontrado. Era como si fuera su corazón quien recordaba,y no su cabeza. Lo mismo había ocurrido con Max y con Sing. Era un sentimiento de añoranza y nostalgia que no podía explicar.

Pero también tenía recuerdos vívidos, que se reproducían en su cabeza una y otra vez como en una película. Esos eran los más peligrosos, pues parecía que comenzaban a aumentar en cantidad a medida que pasaba el tiempo. Claramente podía recordar a Griffin y a su padre. Y lamentablemente también al entrenador de béisbol que había abusado de él a los 7 años. Recordaba cada palabra del consejo que le había dado a padre, y como había disparado un arma por primera vez en su vida para matar a alguien.

Jade se cubrió la cabeza con ambas manos. Se sentía algo mareado.

Por supuesto que la terapia psicológica lo estaba ayudando mucho, a aliviar la culpa y sus preocupaciones. Estaba infinitamente agradecido de que la psicóloga entendiera de lo que le hablaba y no lo mirara como si estuviera loco; probablemente era una de esas personas especiales que Eiji conocía de casualidad, de esas que solo él podía encontrar de vez en cuando.

Aún así, a medida que pasaba el tiempo, los recuerdos lo atormentaban, haciendo que se quedara viendo largamente hacia el vacío. Por eso sus compañeros de clase no solían acercarse mucho a él. No era como si le importara de todas formas. Con estar al lado de Eiji le bastaba y sobraba.

Tenía tanto sueño. Estaba tan cansado. Y aún así se resistía a dormir. Quizás le pediría a Eiji que lo llevara a ver a la psicóloga de emergencia mañana. Pero no quería preocuparlo. No debía. Sentía que de alguna u otra forma Eiji había salido dañado al conocerlo en su vida pasada; había ocurrido algo que aún no podía superar, y por esa razón no se cortaba el cabello.

Jade suspiró.

-Estoy bien...todo está bien...- se repitió a sí mismo una y otra vez para tranquilizarse.

Cuando sintió que ya no podía mantener los ojos abiertos, suavemente y con mucho cuidado tomó la mano de Eiji, aferrándola entre las suyas casi con desesperación. No quería recordar nada más.

Y aún así lo último que vió en su cabeza antes de quedarse dormido fue el horrible rostro de papá Dino.



La luz que entraba por la ventana le molestaba en los ojos. Los frotó, aún adormilado, y volteándose sobre la cama los abrió lentamente. Estaba solo.

-Ash?-

Eiji miró por la habitación pero el chico había desaparecido.

-Ash? Dónde....?-

-Maldición- se dijo cubriéndose la boca, horrorizado. -Su nombre es Jade, idiota, qué vas a hacer si te escuchó?-

Se levantó de la cama torpemente, mirando alrededor. Unos ruidos provenientes del piso inferior hicieron que respirara aliviado; definitivamente Jade no lo había escuchado. Aún no lograba acostumbrarse al nombre.

Bajó las escaleras sin apuro, y Buddy salió a su encuentro moviendo alegremente la cola.

-Bueno días Buddy!- lo saludó sonriendo, mientras le acariciaba las orejas. -Jade? Dónde estás?- preguntó hablando un poco más alto.

-Ah, Eiji, en la cocina...-

El japonés se asomó a ver qué era lo que hacía Jade tan temprano. Normalmente dormía hasta que Eiji lo despertaba. O más bien hasta que lo arrastraba fuera de la cama.

-Jade? Qué haces?- preguntó atónito mientras observaba como el chico sacaba unos sartenes.

-Onii-chan eres tan lento! Obviamente preparo el desayuno...-

-Eh? También limpiaste lo de anoche?-

-Bueno, no podía cocinar con todas las cosas sucias encima...-

Algo no estaba bien.

-Jade? Espera...sucede algo?-

-Qué? No, acaso no puedo preparar el desayuno?-

Definitivamente algo no estaba bien.

-Espera...incluso perdí la apuesta anoche, no? Por qué no dejas que yo lo prepare...?-

-Lo haces todos los días, Onii-chan, además, dijiste que harías ese horrible natto para desayunar, y de verdad no quiero enfermarme tan temprano...-

-Jade mirame.-

-Estoy ocupado...- parecía cada vez mas molesto.

-Jade. Detente y mírame. Sucedió algo?- le preguntó con voz suave.

-No es nada.-

-Jade...-

-Maldita sea Eiji, no es nada!- le gritó mientras uno de los platos que sostenía se le resbalaba de las manos, quebrándose en mil pedazos.

Eiji se acercó rápidamente a su lado.

-No lo toques, te vas a cortar si lo...-

Jade estaba llorando. Aún no lo miraba a los ojos, pero Eiji pudo ver claramente como una lágrima resbalaba por su mejilla. Se puso de pie intentando mantener la calma, y suavemente lo abrazó, sin decir una sola palabra.

Jade soltó un pequeño jadeo de sorpresa, pero luego se aferró a Eiji como si no hubiera nada más en el mundo, y comenzó a llorar amargamente.

-Todo está bien...- le susurró Eiji una y otra vez, mientras le acariciaba la espalda con cuidado, como si todo el amor que le tenía estuviera encerrado en ese abrazo.

Y Llegará un Nuevo Amanecer (Banana Fish, Ashura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora