Cartas para Sebastian.

No, por favor.

Llegaste a casa tras unas horas después de haber llamado, tenía miedo extrañamente, pero ¿Por qué? No he hecho nada malo.

Azotaste la puerta con fuerza, que estoy seguro que el cuadro al lado de la puerta se meneó. Hice lo posible por esconder perfectamente aquella tarjeta plastificada.

Enojado me tomaste de los brazos sacudiéndome y preguntándome ¿Por qué?
Por qué ¿Qué, Sebastian?

Yo te he sido fiel hasta con el pensamiento a pesar de que tu a mi no...

Sin embargo no crees mis explicaciones, nunca las crees, nunca he hecho algo tan malo para merecer lo que tienes en mente.

En tus ojos vi enojo puro, junto con otro sentimiento que soy capaz de describir.

Me tomaste nuevamente a la fuerza sin darme la oportunidad de refutarte nada, yo miraba hacia el techo mientras abusabas de mi cuerpo. ¿Por qué lo haces?

Antes sentía tanta emoción de que hicieras eso, porque pensaba que me querías, pero ahora sé que no. ¿Por qué lo haces?

Ahora sólo siento dolor, mucho dolor en el alma y en cuerpo una vez que has terminado dentro de mi, yo no sé decir nada. Pero extrañamente me abrazas con cariño una vez terminaste.

—No quiero perderte... Dijiste en tono triste ¿Por qué?