Cartas para Sebastian.

Nuevamente el.

Después de estar cerca de una hora llorando en el piso, me levanté con dolor en el cuerpo, yo no sabía con quién acudir... Después recordé al hombre de ojos ámbar... Quizá el...

Recordé de inmediato dónde había dejado esa tarjeta y con temor llamé.
Un tono... Dos tonos... Tres tonos... ¡Contestó!

Él me saludó una vez escuchó mi voz, entonces yo le rogué entre lágrimas que viniera a por mí.

Él no lo dudó y pidió mi dirección.
Dijo extrañamente que vivía en el mismo edificio, pero en los pisos de los departamentos de lujo... Osea los más altos.

Demoró media hora en llegar y yo ansioso fuí a abrir la puerta, lo primero que hice al verlo... Fue dejarme caer hacia el, el con destreza me atrapó preguntando desesperando que había pasado. Le conté brevemente.

—Traé un poco de ropa tuya... Nos vamos de aquí. Repitió en voz alta una vez me escuchó negarme yo simplemente obedecí.