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Voy al trabajo algo adolorida, estúpida Miriam. Me quedé toda la noche... ¡Agrh! De alguna forma hay que calmar las hormonas, el problema es que me pasé y me duele ahí. "Soy una maldita desesperada" ¡ummm! Es la primera vez que me desfogo pensando en ella... pienso pegando la cara al volante.

Escucho un pito.

-¡Mierda, que susto! Pego un salto, abro la puerta y escucho risitas. Miro a Miriam enfadada ¿Por qué siempre está cuando me pasan estas cosas?

Ahora te burlas pero si supieras lo que hicimos en mi mente... enrojezco avergonzadísima.

-Hola- digo bajito tomando mis cosas sin mirarla.

-Hola- escucho.- ¿Dormiste mal?

-Muy mal de hecho- todo por tu maldita culpa.

-¿Estas bien?

¡NO! Me duele...

-Si- la miro y siento mi corazón decir "Miriam" junto con corazones y flores y mil mierdas de esas.

-Ya no te quedas...- Susurra mientras la miro con cara de "me quedaría pegada a ti siempre"

-Ahm, em, no. Quizás me pase luego- bromeo.

Si claro, quizás. Miriam se ruboriza.

-No te preocupes, está lleno de libros. Dolorosos libros.- Dice molesta y comienza a caminar.

¡Qué bicho le pico!

-¡Ey! Sólo fue una broma.- Mentira.

-Mentira.

-Seguro te molesta mi presencia- me enfado. Me arrepiento cuando me mira horrible.

-Cállate.

-Entonces empezaré a quedarme de nuevo.

-Haz lo que quieras.

-Eso haré.- No sé qué digo, sólo no dejes de hablarme.

-Bien.

-Bien.- Sonrío.

-¡No sonrías!

-¿Acaso no puedo sonreír?

-No, ¿Y tienes que responder siempre?

-Si.- digo feliz.

-¡Escucha...! Me mira molesta.

-Chicas- carraspeo. Ah es Claudia.

-¿Qué?- decimos a la vez, nos miramos y Miriam mira a la ventana enfadada.

-Que están en la oficina por si no se dan cuenta.- Miro al frente lleno de escritorios, a mi favor sólo está ella y Mónica que acaba de salir del baño. ¡Mierda! ¿En qué momento llegamos tan rápido?

-Ah lo siento. Murmuro. Miriam enfadada se va a su puesto ignorándonos.

-¿Todo bien?- susurra.- Nunca la había visto así.

-Tengo un don- ironizo.- Pero todo bien.- ¿Al menos hablamos, no?

-Ok...- dice yéndose a su lado.

Genial, yo feliz porque me dirigió la palabras y hablamos y ella ni me mira. ¿De verdad se enfadó por eso? ¡Maldita sea! Voy a comer y me siento en cualquier parte, noto a Patri mirándome, se sorprende y sigue comiendo.

Maldita sea, lo mejor es la mirada de su amiga. Me levanto y dejo todo sin terminarmelo.

Me voy a continuar trabajando sin haber acabado el tiempo de descanso para comer. Miro a Miriam en el ordenador leyendo con la cabeza apoyada en el codo. Si hubiese hecho algún ruido me acojono, podría pasar desapercibida como fantasma.

Ella es perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora