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Bajamos a desayunar. Aiti, Miriam y yo acompañaremos a sus padres a buscar no sé qué.

-Vamos ¡no puede ser tan malo!, y esta como a 20 minutos en coche- Dice Aiti feliz- Mimi y... ¿Cómo estuvo la noche?

-Fue maravillosa- Miriam pone los ojos en blanco mientras conduce.

-¿Qué hicieron?- bromea Aiti.

-Oh bueno...- digo feliz.

-No hace falta que lo sepa.- Murmura Miriam.

-Que aburrida eres- se queja ella, asiento y Miriam nos deja de hablar.

10 minutos después:

-Mimi, ¿te interesa un trato?

-¿Un trato?- me giro del asiento del copiloto y la miro.

-¿Sabes a qué le tiene miedo Miriam? ¿Sabes cuál es su comida y su color favorito? ¿Hasta qué edad se durmió con su peluche?

-¡Cierra la boca!- arruga la nariz.

-¿Qué pides a cambio? Gran y poderosa fuente de información- bromeo. Miriam frunce el ceño.

-Oh, ven y lo sabrás- me guiña el ojo.

-Bueno si es por Miriam.- Me río sacándome el cinturón.

-Mimi, ¡quédate donde estás!

-Tsk, posesiva- Se queja Aiti. Me acerco a Miriam y le doy un besito en la cara.

-Estoy conduciendo- entrecierra los ojos.

-Por eso- digo dándole otro. Aaaah me encanta, y otro y otro y otro.

-Te mataré.- dice con la boca apretada.

-No si no me atrapas- digo chulita.

-¡Ey! No lo hagan en el pajar- escucho decir atrás.

-¿Tienen pajar y todo?- la miro interesada (no es el pajar lo juro) Miriam sonríe negando con la cabeza.

-Claro, siempre que venimos vemos los animalitos, caminamos por el bosque, nos dan miel, mermelada, carne. Pero aléjate de los panales joder, pregúntale a Raoul.

Llegamos. Veo un enorme campo con una casa grande y otras construcciones de madera.

-¿Tuvieron buen viaje?- bromea el padre de Miriam. Ella gruñe.

Nos reciben dos señores y un par de tipos, uno tiene sospecho que la edad de Miriam y el otro como la de los mellizos. De hecho, se parecen a Raoul pero en moreno. Retengo una risita. Le tomaré el pelo luego; quizás por eso no vino. Saludamos.

-Oh es un placer- me dice el último, ese que se parece a Raoul. Me besa el dorso de la mano, lo miro asombrada, Miriam frunce el ceño y me aprieta (mortalmente) la mano.

-Aléjate Sam- Se indigna.

-¿Estáis...? ¿Tú...? No sabía que...- me mira haciendo un puchero.

-Maldito ligón- masculla caminando.- Iremos a ver el campo- avisa tirando de mí.

-¡Ey! Qué solo tengo ojos para ti.

-Tú cállate, aún no te perdono lo del coche.

-Es que me gustas- digo bajito. Ella no me mira a los ojos.

-¿Yo no te gusto?- pregunto de repente.

-No es eso, ya lo hemos hablado...- Ah sí... miedo. Miriam se apoya en mi hombro y yo la abrazo por la cintura.

Ella es perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora