Inestabilidad

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Cuando abro los ojos me encuentro en una habitación amplia totalmente blanca, no hay puerta, en cambio hay un ventanal enorme que ocupa toda una pared que deja ver una especie de jardín oriental. En la habitación no hay nada ni nadie a parte de mí.

Me asomo por la ventana, es de noche y está lloviendo de una manera que jamás había visto en mi vida. Cuando un relámpago cae veo por el reflejo de la ventana que ya no estoy sola en la habitación.

Me giro para ver a mi acompañante, se trata de una mujer afroamericana, con el cabello oscuro recogido en un moño. Su ropa también blanca destaca un poco gracias a una capa color gris que la cubre. Parpadeó un par de veces, repentinamente la pared a sus espaldas es de cristal también. Ella me sonríe ligeramente antes de acercarse un poco.

— Alexandra, hace mucho tiempo que no tenía noticias tuyas — dice sonriéndome

— ¿Quién eres tú? — pregunto confundida.

— Soy Amanda ¿Ya no me recuerdas?

— No, no sé quién eres — murmuro.

— Eso se puede arreglar — la mujer se distorsiona ligeramente antes de cambiar totalmente de forma.

Ahora es una joven que parece más o menos de 25 años. Su cabello es negro y sus ojos color castaño oscuro. Me sonríe cálidamente.

— ¿Mejor así? — pregunta a lo cual me rio.

— Claro, pasamos de una extraña a otra, es genial.

— Que raro, tome la forma de alguien en quien confías, esto es inusual — murmura la joven.

— ¿Y qué se supone que eres tú? — preguntó cruzándose de brazos.

— Soy una interfaz gráfica del programa creando por el señor Elijah Kamski.

— Joder, estupendo, ese loco de nuevo — ¿Dónde estamos?

— No sé, eso es lo que te iba a preguntar a ti — pongo los ojos en blanco, debe de tratarse de una broma de mal gusto — Creo que ahí hay algo que te interesa — dice señalando a mis espaldas.

De repente siento frío, el ventanal que hasta unos segundos cerraba la habitación tras de mí ha desaparecido, pero en lugar de permitirme ir al jardín me deja pasar a un descampado a la orilla de la carretera. Hay dos autos, uno estacionado en la orilla del camino y el otro en medio del lugar, con signos de haber sufrido un accidente.

Veo al fondo una figura tirada en el piso. Me acerco a paso lento, la lluvia a pesar de caerme de lleno no me moja en absoluto. Al pasar a lado del auto accidentado veo que el parabrisas tiene un agujero, la persona salió disparada a través de este.

Corro hacia la figura en el piso, seguro está muy mal herida. La joven de la habitación blanca aparece repentinamente frente a mí frenando mi marcha.

— No hay nada que puedas hacer por ella — la ignoró y continuó caminando — Si es lo que quieres, está bien — murmura siguiéndome.

La accidentada tiene varias heridas, su rostro está cubierto por su cabello pelirrojo, y sus extremidades están colocadas en una posición antinatural.

— Es tú culpa — dice una voz de hombre a mis espaldas.

Me giro para ver de quién se trata. La oscuridad no me permite verle el rostro, pero veo que es apenas más alto que yo y es bastante delgado. Trae en la mano un revólver y apunta hacia la persona en el piso, se acerca a ella con aire amenazador.

— ¡No! — grito intentando detenerlo, pero me atraviesa, como si me tratará de un espíritu.

— No hay nada que hacer — insiste la joven a mí lado.

Me acerco a la chica del piso sin importarme nada. El hombre le ha girado el rostro para examinar su estado. Me agachó para poder verla mejor, pero de inmediato me arrepiento. Le sale sangre por la nariz y por algún lugar de la frente y los labios, sangre color azul. El LED de su sien parpadea en color rojo y sus ojos se mantienen abiertos. Miran al hombre y luego me miran directamente a los ojos. Abre la boca sorprendida y yo tiemblo de los nervios.

Keep on fightingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora