Capítulo Final

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La vuelta a Corea del Sur no fue difícil, para nada, costó solo un poco de sentimientos, además de dinero. El camino, al que ahora sería llamado "hogar" por parte de Félix, fue silencioso, taciturno, al estar en distintos asientos la comunicación no era muy efectiva.

El menor tenía la mente perdida. Una parte de ella estaba alegre, feliz de haber salido de ese gran lío y seguir su meta, su sueño. La otra estaba nostálgica, apesadumbrada, triste por el fallecimiento de su padre y la implícita pérdida de su mamá. Podía pensar en miles de cosas más importantes que lo que pasó últimamente, por ejemplo en cómo conseguiría el dinero suficiente para entrenar el la agencia que quería, también en lo que debía esforzarse para ser bienvenido allí, pero no, su cabeza estaba totalmente centrada en una sola persona y esa era su madre.

A su lado vio a dos niños pequeños algo tristes y desconformes, al parecer por sus asientos muy lejos de su mamá. Ambos se subían de rodillas en el asiento, poniéndose de espaldas y viendo hacia atrás reiteradas veces, esperando a que ella viniera. La mujer llegó al lugar, y con mucho cariño formó un dulce abrazo que los tranquilizó de cierta forma. Félix notó la situación y no pudo evitar dejarla pasar.

- Disculpe, señora - dijo al tiempo que se incorporaba mejor en el asiento.- si quiere podemos cambiar lugares, no me molestaría en absoluto.- intentó ser lo más formal posible.

- ¿En serio? - dijo uno de sus hijos. - ¡Mamá, ven para acá! - tenía pequeñas lágrimas en sus ojitos.

- Muchas gracias, traeré mis cosas de inmediato.

El pecoso se levantó de su asiento sacando apenas dos bolsos, que la verdad no pesaban nada. Cambiaron lugares exitosamente, el castaño se sentía completo, ese acto le alegró por completo.

[...]

El avión estaba totalmente tranquilo, quitando a los bebés llorando y las típicas peleas de último minuto. Aún no habían partido, pero en cualquier momento lo harían. Félix tenía sus auriculares puestos, una cobija sobre sus muslos y acomodado lo más que se podía en el asiento. Una notificación lo sacó totalmente de ese modo, revisando inmediatamente su celular.

"¿Te puedo llamar?" - Changbin

Él, por su situación, no podía desplazarse fácilmente por los estrechos pasillos, menos levantarse de allí. El chico respondió con una afirmación y en breves segundos ya estaba sonando su móvil.

- ¿Estás mejor? - decía con esa rasposa voz.

- Algo así, tampoco pienso estar así para siempre.

- Lo sé, porque yo te alegraré cada día de hoy en adelante. - Arrogante como siempre, aunque esas cursis palabras fueron realmente bonitas. El pecoso rió. - No te veo en tu asiento ¿Estás en el baño?

- Cambié de lugar con una mujer, sus hijos querían estar con ella.

- ¿Sabes si dan premios por ser una buena persona? Creo que necesitaré unos cien por cada acción que haz hecho.

- ¿Qué más he hecho además de esto? - quiso saber.

- Enamorarme. - Habló. Las mejillas del menor no podían estar más rojas. Por los parlantes se escuchaba a una chica advirtiendo que pronto despegaríamos. - Cuando este avión esté sobre los aires quiero que olvides todos los problemas, cada uno de ellos que me haz contado, los que guardas y esos que quedaron pendientes. Tampoco quiero que no recuerdes nada, pero quiero que por una vez logres enfocarte en ti, en tu futuro, cómo saldrás adelante y qué harás para ser mejor cada día. Me gustaría socorrerte de otra manera, poder levantarme de esta maldita silla y ayudarte a parar de cada caída que tienes. Sé que últimamente estoy siendo muy cursi, pero tú me tienes así, eres mi razón a todo, mi anexo al cual siempre tendré aunque esté a kilómetros de distancia.

- Changbin, yo...

- Te amo, Yongbok. - Colgó, dejando con la palabra en la boca al castaño.

Falta el epílogo,
no se me asusten.

Anexo || Changlix ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora