Extra

5.4K 585 242
                                    

Otro más de esos fríos días de invierno. El piso mármol y la gran amplitud de la casa no ayudaban mucho a guardar calor, pero una alegría inmensa mantenía bochornosa a la familia: Una criatura, un niño por la suerte de muchos.

Las personas que habitaban allí no eran comunes. Además de tener poderes y lujos, era gente inhumana, ganándose las cosas perjudicando al otro, aunque fuera con la misma muerte.

Ese bebé se había convertido en su milagro. Muchos intentos fallidos que terminaron en abortos sólo por saber que el sexo no sería el deseado.

El padre cargaba con el pequeño, dirigiéndose al cuarto de la pareja. Vigoroso y ansioso, con una leve sonrisa en los labios, abrió la puerta de la habitación, encontrándose con una hermosa mujer acostada en la cama.

- Querida - Habló el hombre mientras se acercaba lentamente a ella. - Gracias por este hijo. - Besó los labios de la chica, no sin antes apreciar al bebé.- Lo que más me gusta es que se parece a tí, tiene ese mismo lunar bajo el ojo.

- Luego de muchos intentos al fin traje a un niño al mundo. - Habló orgullosa mientras se acomodaba en la colcha.

- Te amo. - Sacó un objeto afilado de su espalda, un cuchillo de cocina. Clavó sin más este en el abdomen de su esposa.

Se oían ambos llantos. La mujer gritaba con desesperación mientras escupía algo de sangre, mientras que el bebé mantenía los ojos cerrados y una boca totalmente abierta botando una que otra lágrima con un grito estresante. La habitación se fue llenando paulatinamente de un tono grisáceo y los tonos rojos abarcaban por completo las blancas sábanas. Fue horrible, pero al parecer la mujer no fue más que uno de sus sirvientes para que aqurl señor pudiera tener una descendencia a quién entregarle el negocio familiar.

[...]

12 años después

Sin cuestiones ni preguntas, la muerte de la madre había quedado en el total olvido. Recordarlo sería pagado con el destierro, o más bien en cuatro paredes llenas de sangre y gritos de dolor.

El niño, mucho más grande, no sabía los negocios de su padre, mucho menos lo que realmente le había pasado a su mamá. El pequeño seguía creyendo las mentiras que le decía la gente sobre lo sucedido. "Lamentablemente murió en el parto", afirmaba su padre en esos tiempos de duda.

El menor asistía a la escuela como cualquier niño con los medios necesarios. Le iba regularmente bien, pero él no sabía que en cualquier momento ese mundo inocente se terminaría.

[...]

- Hijo, hoy no estás aquí por algo que hayas hecho mal, mucho menos te golpearé. - Eso aliviaba al chico, su padre era realmente brusco con él. - Te llamé por un tema de trabajo.

- ¿Qué tendría que ver tu trabajo conmigo? - Cuestionó formalmente.

- Desde ahora aprenderás todo sobre el negocio. Te instruiré para que estés a cargo cuando yo no esté. - Emoción, felicidad, sería el nuevo jefe. Esas fueron sus primeras impresiones que con el tiempo se fueron yendo, al igual que su vida normal de estudiante.

[...]

- Si el cliente pide tú respondes ¿Comprendes?

- Pero ¿Qué pasa si el cliente pide algo malo? ¿Yo respondo? - Preguntó inocentemente.

- No importa el pedido, por eso existimos. Si la persona pide matar, tú matas. Dejas de lado cualquier tipo de sentimiento y solo ves la imagen del dinero llegando a tí. Esa es la forma.

- Y-Yo no creo poder matar, padre.

- Lo terminas haciendo de cualquier forma, te obligaré de igual manera.

- ¿Qué?

- Tengo un cliente que quiere venganza, pide la muerte hacia otro. Ya capturé a la víctima. Tú serás quien lo mate.

- Espera ¡¿Qué?! - Sin más fue tomado al igual que un saco de papas por su padre. Pataleaba desesperado, no podría, no quería, pero no había escapatoria. No sabía que aquel señor realizaba ese tipo de negocios, mucho menos que sería capaz de matar a alguien por dinero.

Llegaron a un cuarto oscuro, unos guardias sostenían a una persona. Esta estaba totalmente demacrada, su cara llena de sangre seca y otra reciente. Ni se podía mantener de pie.

El mayor bajó al pequeño, haciéndole entrega de una pistola. El chico tiritaba con el arma en mano, estaba asustado ¿Y si no lo hacía, qué especie de castigo recibiría?

- Tranquilo, hijo. No sentirás nada, no harás nada, solo apretarás el gatillo y el trabajo estará terminado. - Susurró al oído del menor.

- No - Murmuró. - no puedo hacerlo. - Seguía temblando. Aguantaba dejar caer las lágrimas para no sentirse débil frente a ese hombre.

- Estoy seguro de que tu madre estaría feliz si lo hicieras. - El niño abrió los ojos ante ese comentario. Su determinación subió a unos niveles más altos, haciéndolo tomar el arma con mayor precisión y firmeza. Se calmó.

- Mamá no está aquí, no hables por ella. No sé que clase de padre eres, ni como hiciste para llegar hasta aquí, pero de algo estoy seguro - Habló - no seguiré tus pasos. - Soltó el arma y salió corriendo de allí con un llanto fuera de control.

- ¡Hyunjin! ¡Hwang Hyunjin! - Gritó furioso - Terminemos el trabajo, solo mátenlo. - Chasqueó la lengua mientras dejaba la habitación, su molestía estaba por las nubes.

[...]

- ¡¿Crees que no me es fácil encontrarte, pequeño diablillo?! ¡Tengo guardias por toda la casa! ¡Inútil! - Un fuerte golpe resonó por el lugar, ese ya era el quinto. - ¡Realmente me tienes harto, eres un cobarde! - Las lágrimas del chico seguían saliendo sin control alguno. - Si hubiera sabido que serías así te habría matado junto con tu madre. - Soltó.

- ¿Q-Qué? - El chico se petrificó por completo. - ¿Qué dijiste?

Desde allí empezó la bajada al infierno mismo de Hwang Hyunjin. Su niñez ya había acabado, al igual que la verdadera sonrisa que se vió por última vez a sus doce años de edad.

Anexo || Changlix ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora