Capítulo 24

40 5 3
                                    

Me ahorraba las palabras, pues no hacían falta. Michael estaba acurrucado en un sillón de la sala, mirando por el ventanal. De vez en cuando se tapaba los oidos con el dorso de sus manos y cerraba los ojos fuertemente.

Tenía miedo.

Y eso me resultaba tan tierno.

-Michael, quieres que te abrace?-pregunté levantandome de mi asiento.

-Si, porfavor.-dijo como niño pequeño.

Inmediatamente me acerqué a el y lo rodeé con mis brazos mientras la tela de mi camisa blanca se ceñia a mis brazos y parte de mi espalda un poco más. Él, se acurrucó más, colocando su cabeza en mi pecho sin dejar de abrazar sus piernas.

-Porqué le temes?-questioné sin apartar mi mirada del ventanal.

-Es muy ruidosa y fuerte, además, los truenos me asustan. Ni hablar de los relampagos.

-Tienes que apreciarla. Es como una voz que no es escuchada y que solo intenta hacerse escuchar, pero nadie le hace caso. La ignoramos.-me referí a la lluvia.

Sólo levantó la mirada hacia mis ojos, y luego sonrió.

-Siempre le ves algo bueno a las cosas.

Si en verdad supieras...

Yo no le veía nada positivo a las cosas sencillas y cotidianas, generalmente. Pero al conocerlo, todo eso cambió. Estaba enamorada de la vida. Pero eso era solo cuando él estaba, sino, entonces no tenía sentido alguno. Era como la necesidad que sentían los enamorados de estar juntos, y si no lo estaban, no valía la pena nada. Sólo que no eramos enamorados y esa necesidad solo la sentía yo.


Alcanzando Lo InalcanzableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora