CAPÍTULO 21

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Regla #12: Aprende a perdonar pero sobre todo aprende a perdonarte a ti mismo.

Escucho el sonido de una moto acercarse, se muy bien que se trata de Dorek ya que le dije que mi padre no estaba en casa.

—Que bien, sirve que se aleja de ti de una vez por todas.

Veo a Dorek bajarse de la motocicleta y acercarse, el frunce el ceño cuando nota la presencia de Emanuel, este último se interpone entre Dorek y yo.

—Haz llegado justo a tiempo —Dorek intenta continuar hasta donde estoy yo pero Emanuel coloca su mano en el pecho de Dorek —ya conseguí la dirección de la casa de Mia.

Eso capta la atención de Dorek y retira la mano de Emanuel de su pecho y lo empuja levemente haciendolo a un lado, logrando así llegar hasta a mi, siento un nudo enorme en mi garganta, un nudo que me impide articular palabra alguna, un nudo que amenaza en dejarme sin poder respirar en cualquier momento. Le extiendo el papel con la dirección que hace unos momentos me había entregado Emanuel, Dorek la toma y la lee, el asiente con la cabeza y da un gran suspiro.

—Seamos sinceros —se gira hacia Emanuel —tú siempre has sabido donde vive.

Emanuel se acerca y está vez es Dorek quien coloca su mano en el pecho de Emanuel de esa manera le impide acercarse más a nosotros —te agradezco de tu ayuda, ahora si me permites VIELKA y yo tenemos que hablar.

Emanuel le sonríe —claro que tienen que hablar —Emanuel me sonríe— después hablamos tú y yo.

Emanuel se marcha y Dorek me señala su motocicleta, reacciono sabiendo que mi padre puede llegar en cualquier momento así que cierro la puerta de mi casa y camino hacia la motocicleta donde Dorek ya me está esperando, me siento atrás de él y Dorek enciende la motocicleta sin perder ni un segundo más, Dorek conduce unos diez minutos hasta que llegamos a una cafetería.
Después de pedir y sentarnos en una mesa alejada de las demás, no se cuanto tiempo pasa pero el silencio solo hace que ese nudo crezca aún más, observo como Dorek tiene el papel con la dirección en sus manos, puedo notar su lucha interna.

—Vas a pensar que soy un maldito hijo de puta —cierra sus ojos y cuando los abre siento perfectamente cuales serán sus siguientes palabras— necesito que me acompañes.

Cierro mis ojos tratando de retener mis las lágrimas que amenazan desde hace rato con salir, siento la mano cálida de Dorek sobre mis manos que tengo hechas juntas en un puño, abro mis ojos y puedo notar el dolor que está sintiendo en estos momentos —fue mi culpa —intento decirle que la única culpable soy yo por haberme enamorado de él sabiendo que su corazón ya latía por alguien más— yo ocasione que ella terminara en silla de ruedas —sus palabras me congelan la sangre— por eso no puedo ir solo —ahora sujeta con ambas manos las mías— entenderé a la perfección si no quieres.

Permanecemos en silencio, él esperando mi respuesta y yo pensando en sus palabras, pensando en lo feo que ha de ser cargar con ese peso durante tanto tiempo, no se bien lo que ocurrió y porque Dorek se siente tan culpable pero se con seguridad que Dorek no pudo ni puede ser culpable como lo que me acaba de decir.
Dorek afloja su agarre en mis manos y cuando va retirarlas por completo soy yo quien las retiene, entrelazo sus dedos con los míos y esa simple acción parece relajarlo y para mí sentir su tacto es reconfortante, no se que va a suceder después pero mi corazón lo ama y no puedo ni quiero dejarlo solo, más sabiendo que la culpabilidad se ha apoderado de él.

—Te conozco y sé que tú no podrías hacerle daño a alguien y menos a una persona que amas.

El agacha la cabeza —fue mi culpa, yo me distraje y mi torpeza causó el accidente que la dejó así.

Corazón Vertiginoso (Saga #1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora