Dorek
Después de escuchar de la boca de Mia que había abortado no podía articular palabra, entre nuevamente al circo y supe que ella venía detrás de mí por ese perfume tan peculiar que ella usaba, era como estar oliendo rosas todo el tiempo. Me coloqué mi casco para ignorarla por completo, necesitaba pensar, necesitaba digerir en todo lo que había escuchado.
La práctica comenzó y yo sentía que mi cuerpo actuaba por inercia y mero reflejo pero mi mente se encontraba totalmente fuera de mi cuerpo.
Pensé que ella me amaba como yo a ella, pensé que los dos estábamos en la misma sintonía. La jodida realidad me había golpeado con toda su fuerza y la vida se burlaba de mis patéticos planes que tenia, demonios yo quería una vida con ella, quería un futuro.
Pero eso no es lo mismo que pensó ella, yo fui solo el premio de una estúpida apuesta entre primas.
El enojo crecía dentro de mi y crecía tan rápido como la decepción, decepción de mí mismo por no haber visto las señales, había notado que Mia era más cariñosa cuando estaba Rosalia, había notado la manera en que me observaba Rosalia, siempre con deseo.
Estoy tan concentrado en mis pensamientos que ni siquiera me he dado cuenta que he acelerado más de lo normal la motocicleta, escucho la voz de hermano Nathan por el auricular que tiene mi casco, me pide que baje la velocidad antes de entrar al círculo de la muerte, doy una vuelta más alrededor de la pista para desacelerar y cuando lo consigo entro en el círculo, mis hermanos y yo nos sincronizamos como siempre lo hemos hecho, por último entra Mia y siento como si una loza de concreto me aplastara el pecho. No puedo dejar de pensar en lo que hizo, en como soy un cero a la izquierda para ella, tanto que ni siquiera valía la pena mi opinión sobre esa vida que una vez existió en su vientre, tan poca cosa me consideraba.—¡Demonios Dorek! —la voz de mi hermana me hace reaccionar y la esquivo por suerte, pero eso hace que todos perdamos la sincronía que teníamos.
—Tranquilos chicos, solo salgan de uno en uno de ahí —aunque mi padre trata de inspirarnos tranquilidad su voz preocupada dice todo lo contrario.
Sarahí es la primera en salir seguida de Edric, Nathan está por salir cuando la motocicleta de Mia impacta con la rueda trasera de la motocicleta de Nathan, mi hermano sale disparado fuera del círculo pero su motocicleta se ha quedado atorada.
Todo pasa demasiado rápido, de pronto se que todo está mal cuando escucho el grito de Mia taladrarme los oídos y el corazón. Había visto como mi hermano había salido disparado pero no como Mia había caído de su motocicleta, yo le había pasado mi motocicleta por encima.
Edric desatora lo más rápido que puede la motocicleta de Natan y se intruce para ayudarnos, mi pierna se a quedado atascada en mi motocicleta y no puedo quitarme de encima del cuerpo de Mia, su llanto me hace desesperarme aún mas, escucho la voz de Sarahí gritar que llamen a una ambulancia.
Edric me ayuda a quitarme la motocicleta de encima, le retiró el casco a Mia quien no deja de gritar, su rostro está empapado en lágrimas.—Tranquila, pronto llegará la ambulancia —tomo su mano y con mi otra mano limpio mi llanto.
—Mi espalda —dice en un susurro— no puedo mover mis piernas —la desesperación en su voz es cada vez más.
No sé cuanto tiempo pasa pero son los paramédicos los que logran separme de Mia, los gritos de Mia al ser acomodada en la camilla se clavan de una forma dolorosa en mi pecho.
Rosalia es quien se sube a la ambulancia con ella por ser su pariente, además que a mí no me deja subirme.
Estoy por subirme a mi motocicleta cuando mis hermanos me detiene.—Hijo no estás en condiciones de conducir —mi padre me abraza separándome del agarre de mis hermanos— ninguno de nosotros en realidad.
—Todo es mi culpa —aferro mis manos a su espalda y él solo soba mi espalda.
—Fue un accidente hijo, no es tu culpa —me separa de su abrazo— ahora tranquilizate para que podamos ir al hospital.
Cuando llegamos al hospital mi padre acompaña a mi hermano Nathan a que lo revisen, después de todo lo sucedido me había olvidado por completo de mi hermano, lo bueno hasta cierto punto es que solo había obtenido raspones, el casco cumplió su función de proteger su cabeza.
Ya llevabamos una hora aquí y no me daban ningún informe de Mia y eso me tenía muy mal, parecía un gato enjaulado caminando de un lugar a otro, ni siquiera nos habían permitido pasar de la recepción. Un oficial de seguridad se acerca a mi padre y eso me asusta así que me acerco, la mirada que mi padre me dirige me da miedo saber que es lo que el oficial le dijo.—La familia de Mia ha pedido que no estemos en el hospital.
—¿Qué? —observo a mi padre sin entender nada así que decido hablar con el oficial— la señorita es mi novia.
—Lo lamento joven, pero la familia Betancourt ha exigido que les saquemos a la fuerza del hospital si es necesario.
Mi padre apoya su mano en mi hombro —no estoy entendiendo nada.
—Acompañenme a la salida por favor —se que el oficial solo hace su trabajo pero lo odio, lo odio por no dejarme entrar y ver a Mia.
No hubo día en que no intenté entrar al hospital o averiguar cómo estaba Mia, pero no obtenía nada.
Mi familia ya se había regresado a la Paz mientras que yo seguía aquí intentando averiguar cómo estaba la mujer que mi corazón aún amaba a pesar de todo.
Un día salió Rosalia, sentí alivio cuando se me acerco pero este fue reemplazado por la culpa y el dolor.
Mia estaba paralítica y nunca volvería a recuperar la movilidad de sus piernas, esa información me había dejado desecho.
La culpa no me había dejado dormir esa noche, lloré como un niño, lloré por que sabía que todo había sido mi culpa, nunca debí perder la concentración.
Después de esa noticia devastadora y que Rosalia me dijera que no insistiera más en ver a su prima ya que la próxima vez iría a la cárcel, decidí irme a casa pero justo cuando iba a comprar mi boleto de autobús recordé que yo había pedido mi transferencia a la universidad de Monterrey, eso me dió esperanza, no me iba a dar por vencido tan fácilmente, tenía que volver a ver a Mia, tenía que recuperarla.
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Corazón Vertiginoso (Saga #1)
RomanceDorek Smythe creció en un mundo donde la velocidad y la adrenalina eran algo común en su día a día, pero qué ocurre ¿Cuándo la velocidad te arrebata lo que más amas?, ¿Cuándo la pasión por la adrenalina ya no es más tu amiga?, ¿Cuándo la persona que...