CAPÍTULO 26

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Después de mi intento fallido por encontrar a Dorek no tenía caso seguir en la Paz así que no perdimos tiempo en regresar a Monterrey.
Sentía que dentro de mí se abría un abismo y como me iba perdiendo poco a poco, el nudo en mi garganta lo sentía cada vez más grande, tanto que sentía que me ahogaría en cualquier momento, aún así me rehusaba a llorar, de nada serviría, eso no lo traería hasta mi.
Al llegar a casa mi padre estaba furioso, llevaba más de media hora diciéndonos lo irresponsables que éramos, al final se había enterado de nuestra pequeña fuga, la verdad me tenía sin cuidado, no se que sucedía conmigo pero ya nada me importaba.
Observaba como la boca de mi padre se movía y como su rostro reflejaba su molestia, lo más raro de todo es que yo no lo escuchaba, no se que fue lo último que dijo, pero de pronto ya lo tenía frente a mi y sacudió ligeramente mi cuerpo.

—Necesitas reaccionar.

Lo miré a los ojos pero no respondí, de pronto la oscuridad me invadió y no supe nada de mi.

Cuando abrí mis ojos me di cuenta que estaba amaneciendo o tal vez anocheciendo, me encontraba recostada en mi cama.

—Hola V —sólo una persona me llamaba así y esa era la hermana menor de mi padre, me incorpore lentamente y ahí estaba ella sentada a los pies de mi cama, intenté sonreír pero no lo logré.

—Hola —mi voz se escuchó ronca y lastimera.

—¿Tienes hambre?

Negué con la cabeza, la puerta de mi habitación se abrió y ahí estaba mi padre, parecía diez años más viejo, se veía cansado y triste.

—Estrellita, tenemos que hablar —se coloco sobre sus rodillas —tú tía y yo estuvimos hablando y lo mejor será que te vayas a vivir con ella.

De pronto entendí la presencia de mi tía, ella solo venía pocas veces a México, de pronto sentí que algo detonó dentro de mi y el nudo en mi garganta comenzó ahogarme, no podía respirar.

—V mírame —hice lo que me pidió— sueltalo todo —intentaba respirar y cada vez era más difícil— nadie te va juzgar por llorar, sueltalo pequeña.

De pronto un grito sale de mi garganta rasgando mis cuerdas vocales, comienzo a sentir como mi rostro empieza a humedecerse por el llanto, entre más lloraba mi respiración mejoraba y el nudo en mi garganta iba disminuyendo, mi tía acaricia mi pierna mientras que mi padre se sienta a mi lado y me abraza, me aferre a su camisa y escondo mi rostro en su pecho, no podía detener el llanto es como si fuera un volcán de emociones haciendo erupción.

—Llora todo lo que tengas que llorar mi estrellita.

Hace años me ocurrió algo igual, fue la vez que mi madre nos abandonó, recuerdo que intente no llorar para no preocupar a mi padre pero el resultado fue el mismo que el del día de hoy, recuerdo haber sentido la misma sensación de estarme ahogando hasta que finalmente logré llorar.

—Todo esto es mi culpa —mi padre me mece hacia adelante y hacia atrás— no debí culparlo, debí pedirle que se quedará a tu lado.

No sé cuánto tiempo más sigo llorando y tampoco se cuando es que vuelvo a quedarme dormida. Cuando despierto son los mellizos quienes están a mi lado y al otro lado está mi prima Valentina, los tres estan dormidos, la primera en despertar es Nadia, se ve igual de cansada que mi padre, eso me hace sentir cierto remordimiento, ellos también la están pasando mal por mi culpa.

—No vuelvas hacer eso, para eso estamos los amigos, para prestar nuestro hombro.

Unas lágrimas escapan de mi ojos y ella sonríe —ves ahora tienes una jodida fuga.

Una carcajada se escapa de mis labios, la primera desde el accidente, Nadia sonríe con satisfacción y Nico y Valentina despiertan a causa de mi risa.

Corazón Vertiginoso (Saga #1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora