4. El adelanto

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Me desperecé cuando asomaron los primeros rayos de sol, me levanté a regañadientes, me vestí y bajé a desayunar. Bajando las escaleras, me acordé de que me había dejado el móvil arriba. Subí hasta mi habitación, cuya ubicación era el ático. Era amplio y caótico, teniendo en cuenta que el ático era como de mi propiedad. Era mi rincón y en mi rincón mando yo.

Lo que iba diciendo, subí hasta el ático/habitación, cogí el móvil y me fijé en los whatsapps. Habían casi cien mensajes, así que decidí leerlos todos. Unos cuarenta y pico eran de los grupos, otros cuarenta y tantos eran de Becca, intentando disculparse conmigo por su estúpido comportamiento del otro día, pero hubieron dos mensajes que me sorprendieron. Erica... Pero, ¿como me había mandado esos mensajes si no llegaba hasta mañana y en el avión no se pueden mandar mensajes por las interferencias?

Decidí leer los mensajes y me quedé con los ojos como platos en cuanto los leí. El primero decía:

“Hola Robert, tengo un notición, pero no te lo voy a decir ;p

El segundo había sido mandando un minuto después y decía:

“Venga, vale... Te lo voy a decir. No puedo con la emoción. Mi avión salió un día antes de lo previsto y he llegado hace una hora. ¿Podemos adelantar el día de recogida a hoy? Por cierto, no me acordaba del frío que hacía aquí por estas épocas...”

En ese instante se me olvidó como respirar, los ojos se me abrieron como platos y la boca se me quedó colgando. En ese momento, llegó mi madre, me vio así y dejó caer la compra para venir hacia mí. Preocupada, me preguntó:

-Cielo, ¿estas bien?

-Si, solo es que...

-¿Es que qué?

-Es que Erica y su familia se han adelantado y han llegado hace una hora

-¿Que? Entonces tenemos que ir a buscarlos ya

Salimos casi corriendo de casa hasta el coche para ir directamente hacia el aeropuerto para buscar a la familia Jones.

Te confieso que sin ti no se seguirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora