13. Impulsos

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Fui hacia Erica con cara de póquer. Ella me iba sonriendo aunque cada vez que me acercaba, su sonrisa se iba desvaneciendo.

-Robert, ¿que te ocurre?-me preguntó preocupada

-Nada-dije frustrado

-Robert, dimelo por favor. Soy tu amiga y me preocupo por ti.-me dijo

-De verdad, que no me pasa nada-dije, intentando sonreír

Ella, poco convencida, me dejó entrar. Me senté en el sofá y ella fue a hacer palomitas para poder ver una película. Cuando salió, me preguntó:

-Bueno, ¿para que has venido?

No lo decía a malas, pero sonaba a malas, como si le molestara. Si no hubiese sido porque tenia una gran sonrisa en la cara, habría pensado que quería que me fuera.

-Venía a hablar contigo-le dije. ¿Era imaginación mia o se había sonrojado?

-Si claro, dime lo que te pasa.

-Venía a hablar de lo que había ocurrido antes.

Ella me miró y se sonrojó. Tema incómodo, tanto para mi como para ella. Por mi culpa, ella había acabado en mis brazos sin ella quererlo.

-Lo de antes ha sido un accidente, no te preocupes-dijo, apoyando su mano en mi hombro. Otra vez las agradables descargas.

-Vale. Ya me voy para que puedas llamar a tu novio-dije arrepintiendome al segundo. Me miró con cara de extraňeza.

-¿De que novio hablas?-me preguntó. Al entender lo que dije, me miró enfadada- Robert Brown, ¡Eric no es mi novio!

-Pues parece que el quiere ser tu novio-le solté

-Pues que quiera lo que quiera. A mi no me gusta-me dijo cabreandose

-No lo parecía cuando te besó en la mejilla o le abrazaste y te sonrojaste hasta las venas-le escupí

-Robert, ¡¿no me digas que... me has estado espiando?!-me dijo indignada

-Yo no te espiado. Justo cuando he llegado a tu casa, estaba pasando. Y, por lo que yo sé, eso no es espiar, es estar en el sitio al que quería ir pero en el momento equivocado.

-Robert, me da igual lo que hayas visto. Yo no soy su novia y no lo seré jamás.

-Eso lo dicen todas y, luego, caen rendidas-dije tristemente

-Yo no soy así-me dijo cabreandose aún más

-Puede que no, pero todas decís eso también-le escupí fieramente

Ella abrió la boca, indignada, luego me miro con tristeza y me dijo:

-Rob, por favor, deja de decir esas estupideces y olvidemos lo que ha pasado

-No Erica. No puedo olvidar -me levanté, abrí la puerta y me fui.

Acababa de salir de la casa cuando escuché a Erica gritar:

-Además, ¿que te importa con quien salga, si sólo soy una más en tu juego?

Al escuchar eso que acababa de decir, no pude más. Un incendio se había apoderado del interior de mi cuerpo. Me di la vuelta, girando sobre mis talones, caminé hacia ella con rapidez mientras me miraba con miedo, me paré enfrente suya, la agarré del brazo(flojo, para no hacerle daňo)la acerqué a mi y la besé.

Puede que hubiese hecho una estupidez, pero es una estupidez de la que no me arrepiento.

Te confieso que sin ti no se seguirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora