Una hora después, estábamos en el aeropuerto. Durante el camino, estuve pensando en que me encontraría cuando llegásemos allí pero no imaginé nada. Volví a mandar un mensaje a Erica para que me dijese donde estaba exactamente, pero, en vez de contestarme ella, me respondió la voz de una azafata de voz nasal:
-"Atención, el avión con destino a Nueva York esta a punto de partir. Por favor, pasajeros con destino a Nueva York, dirijanse a la puerta de embarque n°5"
Entonces allí estaría Erica y su familia. Cogí a mi madre por el brazo y la arrastré. Ella se oponía a que la arrastrase, pero lo único que me importaba ahora era ir a buscarla y evitar que coja una neumonía. Por suerte, había cogido tres abrigos, uno para cada uno. Seguí yendo hacia allí, pero mi madre consiguió soltarse y se sentó en un banco.
-¿Por que te paras y te sientas? Tenemos que ir rápidamente a la puerta de embarque 5- Le solté
-Primero, porque no dejas de arrastrarme por todo el aeropuerto y segundo, ya estamos en la puerta de embarque 5
Me fijé un poco más en el cartel en el que, supuestamente, ponía el numero de la puerta de embarque y (tenía razón) era la n° 5. Miré a mi madre y puso cara de "ya te lo dije". Entonces caí en la cuenta. Si estamos en la puerta de embarque 5, ¿donde estaba Erica y su familia?
Entonces me fijé en una pequeña familia de tres componentes, los tres tiritando como chihuahuas. El hombre, que tendría unos 43 años, llevaba una camiseta verde, pantalones hasta la rodilla color caqui y unas chanclas, tenía el pelo corto y pelirrojo y tenía ojos verdes y tenía pinta de ir al gimnasio; la madre tendría unos 40 años y llevaba un vestido de tirantes amarillo con bailarinas del mismo color, tenía el pelo color almendra y por los hombros y los ojos color marrón chocolate y la chica, que tendría mi misma edad (17 años), llevaba un top azul que le dejaba el vientre al aire, unos vaqueros cortos y unas deportivas Converse. Tenía su pelo color almendra recogido en un moño alto y sus ojos verdosos miraban el móvil con preocupación. Era la chica más guapa que había visto. Vaya, ella le iba a restar importancia a Erica.
Entonces se me ocurrió una idea. Cogí una cartulina blanca que alguien había dejado allí y pedí el rotulador permanente a una mujer que ya había hecho un cartel para esperar a quien estuviese esperando. Escribí con letra grande ERICA JONES y subí los brazos, levantando así el cártel. Entonces la mujer del vestido levantó la mirada, se fijó en el cartel y le dio un par de golpecitos a la chica del top. Ella vio el cartel, abrió los ojos de par en par y me miró de arriba abajo. Sus ojos me parecieron aún más bonitos cuando miró a los mios, unos ojos marrones corrientes. En cambio, los suyos me trasmitían algo que todavía no era capaz de entender.
Entonces le dijo a su madre algo que no pude entender y vino hacia mi. Me puse tenso. ¿Acaso es que había hecho algo que la había molestado y ahora venia a decirme un par de cosas? Pero entonces me di cuenta de que venía sonriendo y , en cuanto estuvo lo suficientemente cerca de mi, me miró a los ojos, me sonrió y... Me abrazó
-Cuánto tiempo, ¿eh?- me susurró al oído
Tenía la voz más dulce que había oído, pero aún seguía sin reconocerla. Ella se dio cuenta, se separó, me miró a los ojos de nuevo y se dio en el frente con la mano:
-Es verdad, no me reconoces.- Dijo riendo
-Pues, la verdad, es que no mucho- Dije riendome con ella
-¡Robert, soy yo, Erica!- Me dijo abrazandome de nuevo
Y, de repente, cuando escuché mi nombre, pensé que no se que se hace en estos casos.
PUERTA DE EMBARQUE AL PRINCIPIO DEL CAPITULO
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Te confieso que sin ti no se seguir
RomanceRobert, un chico despreocupado y un poco pasota, se reencuentra con Erica, una amiga a la que no veía desde hacia mucho tiempo, y el amor nace entre estos dos amigos, aunque son de mundos totalmente diferentes y no comparten los mismos gustos... ...