Capitulo 6: ¿Suerte? ¿Que es eso? ¿Se come?

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Capítulo 6

¿Suerte? ¿Qué es eso? ¿Se come?

Tal parece que la suerte que ayer se presagiaba... se había ido al caño esa nueva mañana.

- ¡Corre, Kovu! ¡No mires atrás! - gritaba aterrada Kiara mientras ambos corrían de una manada de imparables ñus. Al parecer la familia de Simba era perseguida por ese problema.

Lo único bueno que se podía reconocer de la situación, era que no era un cañón, pero fueran a donde fueran la manada los perseguía. Ya llevaban corriendo un rato de ella, pero no habían podido escapar de sus pesuñas. Más allá de que ambos jóvenes eran rápidos, los ñus también lo eran y los tenían en la mira.

- ¡Ya sé, Kiara, pero es imposible! - dijo jadeante Kovu quien estaba bastante aterrado. No le iba a decir a Kiara, pero su pata le había empezado a doler nuevamente.

- ¡Bueno, pero no te quejes! ¡Tú nos metiste en esto! - Kiara estaba realmente nerviosa, ni siquiera quería recordar cómo había iniciado esto...

..........

La mañana había empezado como lo había hecho la anterior, solo que con una pequeña diferencia: no estaba nublado, ni lloviendo, ni neblinoso. El sol radiaba desde hace unos minutos, el aire era fresco y moderado, y el olor de la lluvia de la madrugada era embriagador. En definitiva, un día perfecto.

- Ya, levántate, perezoso. - dijo Kiara, quien había despertado hacía poco tiempo y, al parecer, no admitía que fuese la única en ese estado. - Vamos a dar un paseo, ¿sí? Ayer no hicimos nada. - reprochó al joven, quien ya había abierto los ojos para mirarla.

- ¿Y tu me dices perezoso a mí? Me parece que te dio pereza bajar desde la cima a ti sola anoche. - dijo mientras se ponía boca arriba para mirarla desde el suelo. Como respuesta solo vio como Kiara retraía las orejas.

- Oh creo que... mereces una disculpa por ello. - dijo mirándolo directo a los ojos. Kovu no pudo evitar perderse por unas milésimas en la profundidad de sus ojos marrones. Pero todo encanto tiene su fin... - ¡Toc, toc! ¿Hay alguien vivo ahí adentro? Vaya, creí que te había perdido. - se rio del león.

- Oye, no te ofendas, pero tienes lindos ojos. - dijo algo brusco el joven. - Ahora... ¿Crees que merezco una disculpa? No lo creas... merezco (sin el crees) una disculpa. Mi espalda lo merece; en un día me usaron de almohadón y de transporte. - se quejó.

- Hay, no presumas, presumido. Ahora vamos. - dijo poniendo su pata de lleno en la nariz de Kovu.

- ¡Auch! Es sensible, ten cuidado con tus patas toscas. - dijo levantándose del suelo al instante.

- ¡Oye! ¿Insinúas que estoy desaliñada? - dijo ofendida. - Disculpa, pero mis patas están gastadas porque hago algo, no como tú, vago. - dijo poniéndose a la par del chico.

- Primero que nada: yo no insinué nada; y, segundo: yo no soy vago, es que, cargar una bebé de un año y medio sobre el lomo, es algo agotador. - su camino hacia la entrada fue corto pero complicado. Toda la manada estaba dormida y amontonada, pues hacia frio aún, y eso dificultaba el pasaje hacia el exterior. Ni se imaginaban como habían hecho Kion y sus ayudantes para salir de ahí.

- Ay, ya no digas mas nada. - se quejó Kiara pasando de largo al joven.

- Sus deseos son órdenes, princesita... - dibujó una sonrisita, esperando la reacción de Kiara.

- Grrr... ya calla y camina, tonto. - el gruñido lo dejaba claro: "Si no te callas, te mato."

- Jajaja, no te enojes... Kiara... Kiara. - pero Kiara ya iba en descenso por las rocas de la Roca del Rey.

El Rey León: Una HistoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora