Capitulo 14: Des-encuentro

184 9 2
                                    

Capítulo 14

Desencuentro

     Otra tarde llegaba, ya con los dos grupos unidos, pero sin la compañía que los habían acompañado desde el Reino de Oriente. Estos se retiraron en cuanto dejaron a los jóvenes de nuevo en su reino... Bueno, en realidad SE retiro. El único que había regresado, muy a su desagrado, era Ahiezer, el rey. Huzuni e Ife se habían quedado en el reino; Ife por obvias razones, jamás volvería a dejar a sus hijas sin su madre; Huzuni, en cambio, no había dado grandes razones, pero se le veía feliz y conforme hablando con ellos, en especial, con Zuri y viceversa.

     Pero no todo eran cálidas bienvenidas y/o despedidas. En el tope de la Roca del Rey la escena era marcada, por lo que al principio era, una conversación; pero que ahora se había convertido en una inhóspita discusión.

- ¡Mierda, Kiara! ¡¿Sabes lo difícil que me es irme?! ¡¿Sabes lo que me costó tomar la decisión?! – los gestos y las palabras del joven león de pelaje oscuro estaban cargados de emociones, pero no solo de ira por la situación que le proponía Kiara, sino de tristeza y dolor por la situación que le proponía su vida. Su maldita e incesantemente dolorosa vida.

- ¡Se nota que no mucho, forastero! ¡¿Qué?! ¡¿Con un ir y venir a tu hogar ya te engatusaron para que te marches de aquí?!... – las palabras que salían de la boca de Kiara no transmitían mas que dolor puro, en su mas puro grado de concentración. - ... ¡Jaj! ¿Qué podía esperar de un forastero? Solo hacen promesas vacías. – dijo y se sentó observando el sol caer.

- Un forastero, ¿eh? ¿Y donde quedó la parte de que "este fue siempre tu hogar" "nunca debieron irse"? ¡¿NUNCA LO DIJISTE EN SERIO?! ¡¿NUNCA LO DIJERON EN SERIO?! – encaró a la joven princesa, pero ya no había rastro de preocupación por herir los sentimientos de la leona, solo quedaba la ira y el dolor de esas palabras que, en otro momento, nunca hubiesen sido dichas.

- ¡NO, NUNCA FUE REAL! ¡TU Y TU MALDITA FAMILIA FUERON BIEN EXILIADOS! ¡LÁSTIMA QUE PAPÁ NO LOS MATÓ! – gritó enfurecida la joven princesa, no soportaba la idea de que se marchase... pero eso había sido hace unos minutos atrás, ahora, solo quedaban lágrimas de enojo y unas ganas de echar a zarpazos a ese león idiota que la había engañado, que le había mentido solo para huir de una situación desfavorable para él.

- Oh... - la situación había llegado a un punto sin retorno y a un punto en el cual, Kovu, decidió que el silencio sería la mejor herramienta para terminar. - ... solo quería saber eso. – dijo y tomó el camino que regresaba por donde, no hacia 10 minutos, habían subido con alguna risa, inclusive.

- ¿Y qué? ¿Habría cambiado algo si no te lo hubiera dicho? – encaró nuevamente Kiara al león, cortándole el paso.

- No, pero... pero ahora sé bien con quien me iba a comprometer. – le abrió su corazón por ultima vez antes de sortearla y continuar su camino, dejando a la joven boquiabierta mirando en la misma dirección en la cual había clavado su vista antes de tal revelación. – Y, por favor, baja. Antes de que hagas algo aún más estúpido que las cosas que dijiste. – dijo sentándose en el borde del precipicio, aun cuidando de la leona que ama... aunque ella creyera que todo eso había terminado.

     La boca de Kiara se cerró y observó al macho, enseguida retrayendo las orejas. Se sentía etérea, vacía, liviana; sin nada dentro de ella que la sustentara. Sin saber cuando ni como, inició su caminar, despacio, lento, hacia la rampa que ascendía hasta ese lugar, pero que ahora servía de descenso hacia el lugar que Kiara llamaba hogar. Kovu no le despegó la vista de encima, pero no podía pensar en ella; solamente pensaba en cómo la situación se había dado y, con tan solo recordarla, se le volvía a formar ese maldito nudo en la garganta el cual no podía desatar.

El Rey León: Una HistoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora