Capítulo 4

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Oh por Dios, solos en aquel cubículo.

Pierce tenía sus ojos azules clavados en el verde -azul de los ojos de Meryl, de cerca era mucho más hermosa...

  - ¡Hey, Pierce! Vas tarde, vamos. -Le tocó suavemente el hombro y movió la cabeza en dirección al ascensor.

  - Tienes razón, voy muy tarde. No sé qué ha pasado conmigo hoy. Siempre he sido puntual. -Dijo caminando junto a ella para entrar al elevador.

  - Me consta y prueba de ello es que en un año viviendo en el mismo piso, nunca habíamos tomado el elevador juntos; jamás coincidimos...hasta ahora, claro. -Le sonrió.

¡Maldita sea! Si ella supiera todo lo que causaba con esa sonrisa...

  - Sí, aunque trataré de ser más impuntual si es ese el costo para verte todas las mañanas. -Le dijo al tiempo que levantaba las cejas sugestivamente.

Meryl se sonrojó levemente y sonrió de lado...esperen, esperen ¿le estaba coqueteando?

  - Tonto. -Atinó a responderle.

Meryl estaba algo incómoda, no era la primera vez que Pierce le hablaba y miraba de aquella...extraña manera. Hacía algún tiempo tenía frases algo comprometedoras para ella y aunque eran muy pocas las veces que intercambiaban palabras, las pocas veces que se veían fueron suficiente para darse cuenta de la galantería de Pierce, que ¡Dios! Debía molestarse, pero muy en cambio...

  - ¿Cómo está Don? -Preguntó él para aligerar un poco el ambiente, aunque pareció haber planeado justamente lo contrario.

  - Está...bien, muy bien. Ya sabes, trabajando...-Respondió y luego llevó una mano a su cabello para acomodar un mechón invisible tras su oreja, clara señal de tensión.

  - Me alegra, él es... -La abrupta falla en el elevador hizo que Pierce no terminara la frase. 

"Mierda" dijo entre dientes.

  - Oh, Dios, ¿qué pasaría?  -Preguntó Meryl realmente asustada.

  - Al parecer un problema con el elevador. -Hizo un mohín bastante gracioso para quitar la cara de pánico de Meryl. - Hey, tranquila. Seguro no tardan en arreglar el problema.

  - Temo a espacios pequeños cerrados y mucho más si son oscuros, ¿sabes? si en un momento esto no se arregla voy a enloquecer. -Dijo respirando agitadamente.

  - Ya, tranquila. Esto no tarda, no deben tardar. -Dijo cerquita de ella, tratando de calmarla.

Cada segundo que pasaba era un suplicio para Meryl, su respiración se aceleraba un poco más.

  - Necesito salir de aquí, no puedo respirar, Pierce. Siento que me estoy ahogando. -Le dijo acercándose a él con brusquedad y tomándole de las solapas de la camisa.

Pierce sacó su teléfono del bolsillo y colocó la linterna en el suelo, no era mucha la luz que lograba irradiar, pero bastaba para ver sus rostros.

  - Tienes que calmarte, Meryl. Trata de inhalar y exhalar profundo. -Le tomó suavemente de las muñecas y respiró largo, haciendo una demostración.

Meryl miró de cerca aquellos atractivos ojos azules, nunca los había tenido tan cerca, eran realmente hermosos, echizantes, perspicaces...eran interesantes

Pierce hablaba y ella solo atinaba a perderse en el océano de su mirada, pero pronto la falta de aire la trajo de vuelta al planeta. 

  - No funciona maldita sea, no funciona. -Dijo de repente.
 

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