Capítulo 7

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Los gemidos de mi vecina

Yacían agitados totalmente unidos sobre aquel mueble, Pierce aun estaba dentro de ella y todo su cuerpo estaba encima de aquel delicado cuerpo femenino.

  - Está posición es bastante interesante, Pierce, pero creo que necesito un poco de aire. -Le dijo riendo.

  - ¿Insinúas que estoy gordo, eh? -Respondió sin mirarle, tenía su cara mirando hacia un lado sobre el pecho de Meryl.

La bella rubia no podía ver su rostro pero podía imaginar su sonrisa y eso le gustaba.

  - Bueno, solo lo estás un poco. Venga ya, échate a un lado, por favor. -Le dijo tocando suavemente su fuerte espalda.

  - Está bien, está bien. -Murmuró haciendo un mohín.

Salió de Meryl suavemente y esta gimió bajito al sentir el vacío en su sexo.

Pierce se recostó a su lado y tuvo que pegarse completamente a su cuerpo pues el espacio del sofá no daba para tanto, aunque aquello no le molestaba en lo más mínimo...y a ella tampoco.

  - Eres hermosa, Meryl. -Le dijo él después de unos minutos en completo silencio.

Meryl no respondió, solo le dio una amplia sonrisa y para él fue más que suficiente.

-¿Te parece si vamos a la recámara? -Le preguntó Pierce.

Las mejillas de Meryl tomaron un color rosado de inmediato ¿la estaba invitando a 'otra ronda'?
No, ¡por Dios! Moría de vergüenza...

  - Pierce, yo...

  - Tranquila, es solo para estar más cómodos...pero si tú tienes otros planes. -Pasó la lengua por el brazo de Meryl- yo no tengo objeción.

La rubia rió, ¡qué personaje!

  - Sí, el mueble es un poco chico. Voy a levantarme, Pierce. Gira hacia el otro lado.

El joven frunció el entrecejo.

  - Pero si ya te he visto toda. -Respondió para luego fruncir los labios.

  - Volteate y punto. ¡Muero de vergüenza!

Pierce volteó y ella agradeció que no hiciera un solo comentario más al respecto. Más que pena, era una gran inseguridad. Inseguridad de sí misma, de su silueta, de su cuerpo... de su condición física que ya no era la misma de veinte años atrás.

Pronto cumpliría 40 y estaba segura de que su cuerpo daba cuenta de ello.

  - ¿Que tal he quedado? -Preguntó haciendo a Pierce dar media vuelta para poder mirarle.

  - Solo tendríamos que arreglarle por cada rincón de la camisa para que logre quedarte, de resto está perfecta. -Le respondió riendo al verla con su camisa.

Meryl tenía los brazos abiertos, "modelando" su atuendo y a Pierce le pareció el más grande derroche de belleza y ternura. Meryl era lo más cercano a un ángel, su rostro denotaba una frescura única.

  - Bueno, vamos a la habitación para que estés más cómodo.

"¡Peligro!" Le gritó su conciencia, era peligroso intimar tanto, pero ella prefirió silenciar aquella voz y seguir de lleno su instinto...tal vez su corazón.

  - Vamos. -Respondió después de titubear brevemente.

Pierce iba adelante guiándole y solo le cubría un bóxer negro, se lo había puesto seguramente mientras ella se colocaba su camisa. ¡Maldita sea! Las ganas de apretar ese trasero firme eran inmensas, pero debía contenerse, suponía que no había la confianza suficiente.

  - Disculpa el desorden, yo no esperaba visitas. -Dijo en broma.

  - Para arreglar tu cuarto no tienes precisamente que tener visita, debes organizarlo porque debería importarte el orden, no quien entre y vea desorden.

  - Ya lo dijo mi capitana.

Meryl rió y se acostó en la cama, se arropó con las sábanas y Pierce le imitó. Estaban cerca el uno del otro, en completo silencio, pero no era un silencio que incomodara, al contrario; hasta podría decirse que se sentían a gusto. Ella miraba el techo y él la miraba a ella, Meryl sentía su mirada firme, firme en ella, pero evitaba el contacto visual...era mejor así.

Pasaron algunos minutos y la bella mujer de cabellos de oro fue cerrando de a poco los ojos, para Pierce era un deleite verla caer rendida al sueño, era una hermosa vista. Respiró profundo e imitó a su 'vecina'.

Ambos se entregaron plácidamente al sueño y una vez dormidos, sin darse cuenta, sus cuerpos se juntaron, Pierce envolvió a Meryl en sus brazos y esta descansó en su pecho, así pasaron algunas horas.

. . .

¡Qué viernes tan de cabeza!

Meryl jamás imaginó que despediría ese viernes en brazos de Pierce. ¡Dios, su vecino, el hijo de su mejor amiga, un jovencito!

Fue la primera en despertar. Estaba con su cabeza recostada en el pecho de Pierce, ya debía ser tarde.

Se movió con cuidado para no despertar al apuesto hombre a su lado y miró la hora en un pequeño reloj de la mesa de noche. ¡Eran las 10:00 PM! Ya debía estar en su casa, Don no estaría aquella noche pero no dormiría con Pierce, pasar la noche juntos, abrazados, implicaba algo más que tener sexo en una "miniaventura" y ella no estaba dispuesta a dar más que eso.

Se levantó sin hacer ruido e intentaba abrir la puerta para buscar su ropa que debía estar dispersa en la sala cuando....

  - No te vayas, quédate aquí esta noche. -Le escuchó decir con una voz mucha más grave de lo habitual, acababa de despertar.

  - ¡Dios mío! -Exclamó avergonzada. - ¡No me mires!

Estaba de espaldas, totalmente desnuda. Solo imaginaba a Pierce mirando su trasero, sentía mucha vergüenza, no quería que mirara su cuerpo, creía tener tantas imperfecciones que le resultaba trastornador que él le viera.

  - Meryl ya te he visto hace un rato... pero está bien, puedes dar la vuelta, voy a taparme los ojos. -Le prometió.

Ella esperó unos segundos y luego volteó, ¡maldito Pierce! No cumplió nada, estaba mirándola descaradamente.

  - ¡Eres un desgraciado! -Le gritó furiosa. Colocó su mano derecha horizontalmente para cubrir sus senos y con su mano izquierda tapó su centro, se acercó a la cama y una vez totalmente agachada tomó una sábana para cubrirse con ella, cubierta con esta, se acercó a Pierce y le dio un fuerte golpe en la pierna.

  - Por no cumplir lo que prometes. -Le dijo después de propinarle el golpe.

  - Qué fuerte golpe. Creo que moriré de dolor. -Fingió quejarse y se rió, Meryl rodó los ojos, ese ridículo era todo un idiota.

  - Me voy. Eres un niñito. -Se levantó e iba hacia la puerta por segunda vez.

  - Eso no te importó ahorita aquí en la cama, asalta cunas.

Auch, ¡golpe bajo!

Meryl le lanzó una mirada furica, gruñó y salió hacia la sala.

Empezó a recoger su ropa que estaba regada alrededor del mueble principal en la sala y se la colocó, comenzó con su ropa interior y luego con su jean, estaba ahora arreglando la blusa campesina que traía cuando escuchó los pasos de Pierce.

  - Por favor no te vayas, duerme aquí esta noche, Meryl...

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Pierce con ese vozarrón no tiene que decir mucho...yo estoy en su cama en segundos.😂😂😂😂

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