Capítulo 13

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Los gemidos de mi vecina

Semanas después (12 de junio)

Todo iba en su debido curso, todo estaba tranquilo y eso equivalía a un profundo estado de inconformidad, de agonía sentimental. La calma terminaría acabando con ella, la monotonía la estaba consumiendo, apagando.

Pierce no la buscó más, simplemente dejó de intentarlo, ella con su hostil trato en la hacienda le mató tal vez de raíz todas las ganas, los intentos, las intensiones. Tanto así que cierta vez que coincidieron en el ascensor él no la determinó en lo más mínimo. Era como si para él ella no estuviera ahí. Meryl lo miró todo el tiempo, estaba tan ansiosa de escuchar alguna palabra de él, una invitación con galantería a la indecencia...un intento más y ella se rendiría, pero no pasó.

Él simplemente estaba empeñado en olvidar y cortar todo lazo que se hubiese formado con Meryl. Entendía lo de su matrimonio, comprendía que tal vez quisiera arreglar las cosas con su esposo, pero haberlo tratado con aquella indiferencia era lo que nunca comprendería. Él no merecía ese trato, no hizo nada para merecerlo.

Estaba tumbada en su cama, esa mañana era fría y no tenía las mínimas ganas de levantarse. Las suaves sábanas la tenían retenida, no tenía voluntad para nada aquel día. Tiró de la sábana para hacerla a un lado y se colocó de bruces. El teléfono sonó. ¡Maldita sea! Al final y muy en contra de sus deseos se sentó en la cama y tomó la llamada, el teléfono estaba sobre la cómoda que estaba a su costado.

- Diga. -Dijo ella con voz grave.

- Mamá, buenos días ¿Aun en la cama? Supongo que te desperté. Discúlpame pero solo quería recordarte que quedaste de llegar antes para ayudarme a decorar el departamento. -Le comentó Louisa del otro lado de la línea.

¡Joder, lo había olvidado! ¿Como era eso posible?

- Oh, sí. Tranquila mi amor, yo lo recuerdo perfectamente, no te hubieras molestado en llamar tan temprano. Yo pasaré mucho antes de la hora acordada, creo que iré con tu papá.

- ¿Te he llamado temprano? Son las dos de la tarde, Señora Gummer

"¡Mierda!" Escuchó Louisa en el fondo. Meryl vio el reloj en su mesa de noche y efectivamente, ¡eran pasadas las dos de la tarde!

- Dios, pensé que era más temprano.

- ¿Y mi papá ? -Preguntó la joven cambiando el tema.

- Está en su casa; perdón su oficina. -Respondió con sarcasmo.

- Mamá, mamá. ¿Cuándo comprenderás su trabajo?

- Cuando no sea su obsesión.

- Nunca cambiará, señora. -Dijo riendo.

- Efectivamente, nunca. Louisa, mi amor, no te preocupes. Todo saldrá bien. En la tarde pasaré ayudarte. Iré muy temprano. -Prometió.

- Ok. Los esperaré. ¿A eso de las cinco?

- Sí, perfecto. Mi amor, feliz cumpleaños. -Pronunció con voz pastosa. Su "niña" se hacía más independiente a cada año, era una mezcla de orgullo y nostalgia.

- Gracias, mamá. Te dejo, voy a ir al supermercado ahora. Te esperaré como quedamos a eso de las cinco.

- Ahí nos veremos...ah, Louisa, una pregunta. -Dijo apresurada. Trató de no hacer aquella pregunta pero el deseo por saber era mucho.

- Sí, te escucho.

- ¿Invitaste a Pierce a la fiesta? -Sintió cómo un cuantioso peso le dejó descansar.

|Los Gemidos de Mi Vecina|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora