Las semanas estaban yendo bien, mucho mejor de lo que pensaba, quitando mis pequeños bajones puntuales, había llegado a la conclusión de que alomejor algún que otro sentimiento reencontrado por Carlos sí que había, no estaba enamorada, pero si sentía cosas.
No habíamos hablado nada, pues era mi profesor y yo su alumna, no había nada de que hablar, pero nuestras miradas no eran tan tensas, eran mucho más relajadas, incluso de vez en cuando había alguna sonrisa cuando me lo cruzaba por el pasillo.
Mis amigas estaban al tanto de todo lo que había pasado el domingo, las tres me estaban ayudando mucho aunque tuvieran opiniones distintas.
María decía que debería proponerle volver a quedar en la cafetería, él había iniciado siempre nuestros acercamientos, eso dejaba claro que estaba dispuesto a tener relación conmigo, fuera del tipo que fuera, mientras que Alba opinaba que si hacía lo que María me decía lo único que pasaría es que me estaría metiendo en la boca del lobo.
Natalia pensaba que me metería en la boca del lobo pero que realmente se me notaba que me hacía falta, por lo tanto también estaba de acuerdo en que le propusiera otra quedada, vamos, una contrariedad.
Lo que no le había dicho a ninguna es que no tenía el valor suficiente como para decirle eso, porque si, era muy valiente cuando me bebía un par de copas y conocía a cualquier chico, pero con Carlos mi valentía se iba a la mierda, y me hacía chiquitita.
Era el único que podía desactivar mis alarmas y bajar mis barreras solo con una mirada, o un roce.
Por eso mismo jamás le diría de vernos.
Pero mi sorpresa llegó cuando ese viernes, al acabar las clases me pidió que me quedara con la excusa de hablar de mi examen, el cual estaba aprobado con una nota altísima.
Pero más sorprendente fue cuando se limitó a darme un papel doblado y se fue por la puerta sin decir nada más.
"El viernes estaré en la cafetería, a las 18:00, te estaré esperando, C."
Todo mi cuerpo comenzó a temblar, quería que nos viéramos, otra vez, y yo no sabía si era capaz de verlo y quedarme quieta, o peor, quedarme quieta y llegar a casa hecha una mierda.
Le hice una foto a la nota y la pasé por el grupo de "Las mamarrachas", que no tardaron más de dos minutos en contestar aún más atacadas que yo.
Cada una opinaba una cosa, aunque todas coincidían en que realmente la decisión era mía y de nadie más, y que me apoyarían en todo.
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Había decidido no acudir a la cita con Carlos, realmente era una mala idea, nos podría ver cualquiera y no es que fuese muy ético que una alumna estuviera tomándose algo con su profesor, además conocía a Carlos lo justo para saber que no tiene filtro y si tiene demasiada palabrería.
El problema: me había sentido tan mal de imaginármelo solo esperando en la terraza, que ahí estaba yo, corriendo en dirección a la cafetería donde habíamos quedado hacía diez minutos.
Giro la esquina y lo veo sentado mirando el móvil, tan guapo como siempre, com esa barba ni muy larga ni muy corta y eso pelo revuelto que tan loca me volvía, pero no, no debía pensar eso, era mi profesor y bastante la estaba cagando ya acudiendo a la "No cita".
- Ya estoy aquí, siento el retraso, se me pasó la hora. -Miento como una bellaca
- No te preocupes, yo también he llegado un poco tarde si te soy sincero, además, estaba casi seguro de que no vendrías. -Añade con una sonrisita ladeada.