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- ¿Que vas a hacer?

- No lo sé Alba... -suspiré- No se que hacer, no se lo merece, pero necesito explicaciones, no le di tiempo ni a que me dijera nada, no se... -llevé una mano a mi frente.

- Baja.

- ¿Que?

- Tía, pues que bajes, vamos a ver, has estado en la mierda, y le quieres, le quieres mucho, no sabes lo que puede pasar, pero tienes una oportunidad de que te explique las cosas, si no bajas ahora te puedes arrepentir durante mucho tiempo.

- Pe... pero lo que acaba de pasar... tú y yo... nos hemos...

- Julia, no pienses en eso, ha sido un impulso, podremos hablar de eso más tarde, pero hazme el favor de ponerte unos pantalones y bajar a hablar con Carlos, lo necesitas.

Asentí sin mediar palabra y me fui a mi habitación, me puse un pantalón de chándal cualquiera y una chaqueta bien gorda para no pasar frío.
No sabía cómo enfrentarme a Carlos, tampoco sabía cómo reaccionaría al verlo, si de algo me había servido este tiempo era para darme cuenta de que si, que lo quería, como nunca había querido a nadie, y posiblemente estuviera enamorada de él.

¿Que coño? Estaba enamorada de él, pero ya no confiaba en el, nada era lo mismo, todo había cambiado.

Salí de mi habitación y fui a la cocina donde Alba daba vueltas a su café con la cucharilla, me acerqué a ella y una sonrisa compasiva apareció en su cara.

- Habla con él, que te explique, solucionad las cosas, yo voy a estar aquí Julita, para todo. -agarró mi mano dejando pequeñas caricias, era muy afortunada de tenerla.

- Después te cuento ¿vale?

Asintió y yo cogí el móvil y las llaves, abrí el chat para contestarle.

                                             

                                                   ¿Sigues ahí?

                                                    Estoy bajando.

    Estoy en la puerta con el coche.


Mi corazón dio un vuelco, iba a verle, después de semanas sin saber nada de él, sin tener ninguna explicación lógica, por fin iba a verle.

El trayecto en el ascensor se me hizo eterno, por mi cabeza pasaron todas las imágenes de los momentos que habíamos vivido hasta que se fue.

El crucero.

El primer día de clase, cuando vi que era mi profesor.

Todos sus intentos por hablar conmigo.

La primera fiesta en la que coincidí con el.

Los cafés en la pequeña cafetería que había bajo su casa.

El primer beso que nos habíamos dado, quince minutos después de haberme dejado en casa, cuando apareció empapado por la lluvia.

La semana que pasamos en mi casa, en nuestra burbuja, en nuestro limbo de cristal.

La última fiesta, cuando apareció Laura, su prometida.

La última imagen de Carlos intentando hablar conmigo en la puerta de mi casa.

Quise llorar, quise dar puñetazos a la pared hasta destrozarme las manos, darle puñetazos a él, por haberme engañado, por haber sido tan ruin, por haberme roto el corazón cuando nunca había dejado que nadie entrara en el, quise no verlo, volver a subir a mi casa y encerrarme en mi habitación, llorar y dormir, esperar a que pasara la tormenta, pero no lo hice, no lo hice porque las ganas de verle y de poder poner punto y final a esto eran más grandes que las de esconderme y huir de todos mis problemas.

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⏰ Última actualización: Jun 21, 2019 ⏰

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