11.

1.3K 62 45
                                    


Entro a mi casa devastada, como si un huracán me hubiera pasado por encima, y sin poder evitarlo un par de lagrimas de impotencia caen por mis mejillas, no hay ni rastro de Alba, decido mandarle un mensaje y cuando saco mi móvil veo varios de ella avisándome de que dormiría en casa de Nat.

Flashback:

Último día de crucero, último día con Carlos en nuestra burbuja, en nuestro limbo de cristal.

Estábamos en su camarote hablando animadamente mientras le ayudaba a preparar su maleta para su vuelta a Barcelona.

Coloco algunas de sus camisetas cuando veo una que me encanta es una camiseta blanca, pero también la tiene en negra, en el centro se ve escrita la palabra "Meblanche"

- ¡Ala! Que camiseta más guay, me encanta.

Carlos se gira para ver de cual hablo y me sonríe.

- Quédatela, así por lo menos no te olvidaras de mi del todo.

- No me voy a olvidar de ti, pero bueno, gracias. -Digo acercándome para dejar un pequeño beso en sus labios.

- Si te olvidarás, si no, me darías aunque fuera tu número de teléfono. -Dice con un semblante triste.

¡Zas! Pullita merecida.

- Carlos... ya lo hablamos, hablaríamos como mínimo la primera semana, y luego nos olvidaríamos, prefiero dejarlo así, y mantener intacto el recuerdo de una de las mejores semanas de mi vida, a ver cómo poco a poco nos olvidamos el uno del otro sintiéndonos culpables por dejar de hablarnos o contestarnos a los mensajes... -Me sincero, con su rostro entre mis manos, él asiente con una sonrisa algo triste.

- Está bien, tus deseos son órdenes, leona.

Sonrío ante ese mote tan peculiar que me ha puesto y vuelvo a besarle, esta vez con más ganas, deseando que nunca se vaya de mi lado, y sabiendo que eso es imposible.

Sin fuerzas ni para ponerme el pijama me deshago de mi ropa y me pongo una camiseta ancha para quedarme en el sofá mientras como helado y me hago un maratón intensivo de Friends.

Justo cuando me siento en el sofá el sonido del timbre vuelve a hacer que me levante, para mi sorpresa un Carlos con la respiración agitada y totalmente empapado se encuentra tras la puerta.

- ¿Que haces aquí?

Carlos no dice nada y avanza unos pasos hacia mí totalmente decidido.

- Hoy no me quedo con las ganas. -Susurra sobre mis labios para después atraparlos entre los suyos.

Enredo mis manos en su pelo mientras él cierra la puerta con el talón, mil sensaciones estallan en mi interior, sonrío en mitad del beso y el hace lo mismo para detenerse un instante a mirar mis ojos.

Vuelve a atrapar mis labios a la vez que me impulsa para acabar encima de él con mis piernas enrolladas en su cintura, camina un poco hasta apoyarme en la pared e intensificar el beso, noto todo su cuerpo mojado chocar contra el mío, haciendo que pierda el poco control que quedaba en mi cuerpo.

El beso se intensifica y empiezo a hacer leves movimientos con la cadera, notando su erección rozar encima de mi ropa interior, a duras penas le quito la camiseta y paso mi mano por su torso mojado y ahora desnudo, necesitando más.
Me bajo de sus brazos y le conduzco hasta mi habitación donde volvemos a besarnos sin frenos.

Tira de mi camiseta hacia arriba dejando mi pecho al descubierto, pues ni rastro de sujetador, desabrocho el botón de su pantalón y seguidamente bajo la cremallera, necesitando sentirlo más cerca, mientras con mi boca me recreo en su cuello, cuando me deshago por completo de los pantalones Carlos se sienta en la cama tirando de mi para quedar a horcajadas encima de él.

QUÍMICADonde viven las historias. Descúbrelo ahora