Probemos. Parte 2

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Jisoo se pasó la mano por el cabello, echó un suspiro al aire y miró la dirección por la que se había ido su novia.

¿De verdad iban a hacerlo? ¿No era mejor buscar una forma de regresarla a su cuerpo normal?

Tal vez realmente no era la mejor idea del mundo, pero... al diablo. Era sumamente atrayente la idea de poseer por completo a Chaeyoung.

Además debía admitir que siempre sintió una terrible curiosidad por saber que sentían los hombres al hacerlo con una mujer.

Ya sabía por que se masturban tanto, ahora quería saber porque el sexo es tan ansiado por ellos. ¿De verdad se sentía tan bien? Quien sabe, pero pronto lo descubriría.

Con una liga que tenía en su muñeca se ató el cabello.

-¿Por qué rayos mi cabello no se hizo más corto?- se preguntó a si misma al sentir un pequeño mechón necio caer en su frente.

-¿Hablando sola?-

Jisoo volteó y se topó con la bellisima y candente imagen de su novia con un sensual y atractivo babydoll rosa pastel con encajes floreados en la zona del busto, lo suficientemente corto para ver más allá de sus muslos.

-Wow...- dijo Jisoo y se quedó anonadada con la boca abierta.

Rosé caminó hasta su posición, le cerró la mandíbula con el índice y volvió a sentarse sobre su regazo.

-¿Cuando lo compraste?- le preguntó aun admirando la belleza que tenía en frente.

-Es un secreto, solo voy a decir que lo compré para hoy. Es un pequeño regalo extra por nuestro quinto mes juntas.- respondió la neozelandesa con una sonrisa traviesa que remarcó más sus mejillas.

-Te ves sumamente hermosa. Siempre eres hermosa, pero hoy te pasaste.- aduló mientras pasaba sus manos por las piernas descubiertas de Chaeyoung.

-Me gusta complacer a mi novia/novio.- soltó una leve risa ante lo último.

-¿Cuanto tiempo crees que tengamos antes de que lleguen Lisa y Jennie?- preguntó Jisoo mientras que sus manos ya se adentraban por debajo de la prenda.

-Poco si no dejamos de hablar.-

Dicho aquello, la menor se lanzó de nuevo a los labios de Jisoo, y ésta por su parte le acaricio los glúteos, al principio con delicadeza, pero conforme el beso iba intensificándose su agarre se hizo un poco más fuerte.

Rosé soltaba uno que otro gemido al sentir como la apretaba, la presión ahora era distinta, las manos de Jisoo eran considerablemente más grandes ahora que era hombre. En pocas palabras, ahora tenía más fuerza, y eso la estaba volviendo loca por dentro. 

No pasó mucho tiempo cuando sintió que del pantalón del azabache resaltaba un bulto. Y uno grande.

La neozelandesa, aprovechándose de la situación, comenzó a mover sus caderas de manera que su intimidad rozaba un poco encima de la zona de Jisoo.

El azabache se separó del beso al sentirlo. Ese choque electrizante que te recorre todo el cuerpo al sentir algo realmente placentero.

Sintió que algo más se estaba apoderando de sus acciones, pues comenzó a moverse al ritmo de su novia, buscando desesperadamente aquella sensación.

Las manos de Rosé se aferraron con fuerza a los hombros de Jisoo, aquello le estaba haciendo perder la estabilidad. No, ya no podía seguir soportando solo el roce de sus ropas, pero debía ser paciente y no parecer una desesperada. 

Jisoo se encargó de hacer notar su necesidad por devorar el cuerpo ajeno, cuando en un movimiento rápido le sacó el babydoll. Lo lanzó a quien sabe donde, y sus labios fueron a atacar el cuello de su novia. Una de sus zonas erógenas que descubrió en su primera vez.

Another bodyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora