R A G E. ticci toby

18· FRAGMENTADOS

—No soy lo suficientemente fuerte para alejarme, no puedo huir y lo único que puedo hacer es volver a ti. —apocalyptica.

—¡Hey, niño!

Me apresuré entre los matorrales y hierbas hasta su encuentro, sus rodillas estaban al rojo vivo mientras que su cara volvía a ser marcada con golpes y un diente menos.

Sus manos y ojos haciendo gestos extraños que no supe describir.

»¿Realmente... esta bien que les dejarás ganar de nuevo? —bajando la mirada le hable en cuanto llegué junto a él y le estire mi mano.

El niño se frotó la nariz antes de tomar mi mano.

—Diu. —haciendo una mueca lo ayude a ponerse de pie.

Sonrió ante mi gestó mientras una gota de sangre descendió por su labio inferior y por curiosidad me acerque para tocar el moretón en su mejilla.

Abultado y caliente; tal vez le daría fiebre, él sólo me observaba y yo ladee la cabeza confusa.

—¿Que sientes?

Y se encogió de hombros. — No duele.

Me impresionó y a la vez no le creí mucho.

—¿En verdad?

Asintió dos veces y se agachó con dificultad para tomar un zapato.

—Te acompañaré a tú casa. —declare sin vergüenza.

Él reaccionó inseguro, su párpado inferior del ojo derecho tembló y luego de verlo indeciso habló.

—No... es..estaré bien.

—Ya veo, pero yo no te lo pregunte. —sonreí bajando en cuclillas para tomar su otro zapato y se lo entregue.

Miró al suelo un segundo, al otro a mi y después a nuestras espaldas. Era muy inquieto o despistado pero no me desagradaba, desde aquel primer encuentro en un callejón a veces mis pensamientos me conducían a adivinar la historia detrás de este extraño niño.

Al final resultó que el hogar de este no se situaba muy lejos de mi casa, lo que fue una suerte en verdad. Gire a mirarlo mientras él me imitaba sin expresión.

—Por allí... —señale la distancia de otra calle. — ..vivo yo. Casi somos vecinos.

El castaño ladeó la cabeza en cuanto yo lo hice al señalar. Me sacó una risa y no lo pensé dos veces.

—¿Quieres ser mi amigo? —pregunté y él esperó que me saliera un tercer ojo. — ¡Vamos! —exclame sintiendo mis mejillas sonrojarse.

La puerta de la casa del niño se abrió, estábamos en la calle del frente y vi salir a una chica rubia junto un hombre mayor.

—Bien.

—¿Si? —me había distraído con esas personas y voltee a verlo animada. — Júralo,.. ¡hazlo!