R A G E. ticci toby

24· CÓDIGO DE SEGURIDAD

—¿Esta sangre en mis
manos es tuya o mía?
—hollywood undead

#TrueNOW!: Reportando para todos nuestros seguidores hoy, los siguientes incidentes nos ubican al este de Washington en el pueblo de Counrrat donde desapariciones han estado viéndose llegar a raíz del abandonado edificio Tribetwelve, el cual solía ser una productora cinematográfica en los años'70, muchos casos perdidos de personas han dejado a los lugareños intranquilos y casi aislados de visitas turísticas con la nueva ola de desaparecidos, algunos de los que destacamos son Dave y Rose Armstrong, un matrimonio con una pequeña organización de reporteros y periodistas ligados a la cadena 13 de televisión; No existe un indicio ni pista que pueda especular la causa de estas desapariciones hasta el presente, el jefe de policía Doughty, no ha querido revelar detalles acerca de los nuevos casos pero obtuvimos información reciente que nos cuenta la desaparición de la hija menor del matrimonio Armstrong, Deidara.

La televisión se tiñó de negro ni bien se apagó a mano del agente Carson, el hombre castaño volteo lentamente hacia el jefe del departamento de policías y esperó paciente al verlo con la mirada todavía en el televisor.

Estaba enojado, frustrado y consternado, la presión de los medios había llegado como una disputa más al fracaso de los oficiales por no hallar a los desaparecidos. Así todo comenzaría a empeorar a partir de allí, protestas, reclamos e incluso la violencia podría caer como una tormenta a mano de los lugareños contra la autoridad.

—¿Quién..? —soltó con una mano bajo la barbilla rascando ansiosamente su barba de tres semanas. Los agentes presentes en la sala aguardaron al no comprender, Carson era el único sereno a la mirada de cualquiera. — ¡¿Quien mierdas se atrevió a dar información a los medios?! —gruño para escrutar a continuación a su equipo más cercano.

Ninguno podía responder ni tomar la palabra, si el acusado se hallaba allí la cobardía lo invadiría o se creería lo suficientemente astuto para salir sin apuros ni prejuicios. De cualquier forma no sería relevante ni de ayuda en este momento encontrar al bocón. Una situación más peligrosa se les avecinaba entre manos.

Los hombres de Doughty casi se sobresaltan cuando vieron al jefe dejar su escritorio. Carson lo siguió silenciosamente fuera de la oficina.

—Señor.

—Que esos idiotas tomen nuevas posiciones. Necesitaremos perros para esta expedición.

—¿Disculpe?

Doughty lo miro sobre su hombro. — ¿Nunca han hecho expediciones de rastreo en Luisiana, detective Carson? —el aludido no contestó, ni vaciló. Eso era todo. — Tal parece, tengo entendido que su departamento esta familiarizado en estos casos y muy interesado en las desapariciones de nuestra ciudad, pero no atraparon a un responsable ni grupo de chiflados... ¡A sus lugares, la operación se realizará en quince! —alzo la voz luego de subir la mirada y ver a su grupo aguardando órdenes detrás de Carson.

—La información no fue presentada públicamente, si me permite decirlo, oficial, pero el culpable si fue hallado y sentenciado.

—No me diga ¿resulto ser un lunático el sujetó?

Carson le enseñó una incómoda sonrisa, el hombre no había sido expresivo ni comunicativo con nadie desde su llegada a la sede hace mes y medio. — Una organización ilícita, señor. Un e-mail llegó al departamento de policías días antes de hallarlos bajo un seudónimo estúpido. Eran partidarios del diablo, hacían sacrificios.