14· TOTHEARK

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Dime que estas viva, abre los ojos y respira otra vez porque eres todo lo que me queda. —late night savior.





Una media oscura cubrió mi rostro y mis muñecas se vieron sujetadas hasta la muerte por un par de manos que parecían querer destrozarme.

Emitía quejidos y gruñidos por lo bajo sin demasiadas fuerzas con una pierna que me hacia cojear apenas por la creciente sensación de ardor permanente. Luego de mi estúpido intento de escapé mi cuerpo se hallaba hastiado de mi y ni siquiera me obedecía para mantener fuerzas o aparentar mi resistencia.

Apenas lograba ver por donde caminaba, el panorama se veía más oscuro y no sólo por la jodida media en mi cabeza sino por no hallar filtraciones de luz de día entre varios agujeros del techo.

Ahora nos alumbraba luces fantasmagóricas de la noche.

Estos tipos debían ser amantes del diablo o lo tétrico porque ahora todo este nuevo ambiente me colmaba cada bello del cuerpo junto al frío. Me sentía del asco, aún sabiendo que podrían matarme ante cualquier intento de mi parte por luchar no podía evitarlo.

Jamás desistí de una situación sin pelear hasta el estúpido final aún con el miedo impreso en mi fuero interno.

Y tal parece que no me faltaría mucho.

Cruce un enorme agujero de pared que me condujo a una nueva área, supongo. Sigo sin ver bien pero esta vez percibía voces leves y temblorosas.

Voces lamentándose, llorando y rezando.

Joder.

Esta vez me arrastraron hacia atrás y me empujaron sobre lo que sentí como una silla áspera para que tomará asiento. Casi de inmediato unas cadenas envolvieron mis muñecas a la espalda del incómodo asiento.

Mi respiración se aceleró rememorando distintos escenarios de películas de terror; decapitación final, descuartizada u ahogada... maldición ¿Por que me hago eso?

Quitaron la media de mi cabeza antes de pensar en cualquier otra horrible forma de morir. Petrificada observe lo que pude con la oscuridad de enemigo. El hombre con máscara de anciano se situaba frente a mi en cuanto tuve más visión.

Observándome en silencio.

Volteé y hallé a una chica de rasgos demacrados junto a mi, igual de encadenada pero con una mordaza. Sólo lloraba y negaba sin mirarme, a su par le seguía otra persona alineada en otra silla. Gire a mi otro lado y un hombre se sentaba junto a mi rezando a ojos cerrados, tenía múltiples golpes y sangraba de la nariz.

Que puto horror.

Finalmente noté que éramos cerca de seis personas sin contarme a mi ni a los agresores que se paraban frente a cada uno. El infeliz de calavera se encontraba frente a una mujer mirando en mi dirección.

No existía el silencio en este momento.

Las respiraciones agitadas y débiles, los llantos, lamentos y voces suplicantes cargaban el ambiente con la desesperación y dolor.

Yo permanecí en silencio pero respirando casi errática y sintiendo aún el escozor de mi oreja y mejilla amenazadas antes por el cañón de una pistola, mi labio partido junto al daño de mis brazos y piernas transformados en hematomas y la maldita herida en mi muslo.

Pronto noté que perdí la noción de mi tiempo aquí pero lo rápido que me marcaron esos malnacidos. Y ahora recordaba esto como si fueran mis últimos instantes respirando.

R A G E. ticci tobyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora