QUERIDO VECINO 🌙 (COMPLETA)

CAPÍTULO 12 :

UN BESO DEMASIADO PASIONAL :

DARIEN :

Pensé que todo se había ido a la mierda, cuando ocurrió aquel show con la chica Aino, afuera de mi casa, en donde la mujer que tanto me fascinaba pudo ver parte del espectáculo. Pensé que se había ido al carajo la oportunidad que tenía de seguirla viendo, y convivir con ella, todo por el enfermizo deseo oculto que tenía hacia ella. Pero no fue así.

Pues me sorprendió mucho ese día en la cafetería, cuando sin que yo se lo dijera, se propuso a hacer el trabajo que había quedado pendiente de su amiga. Estaba claro que para mí no era importante la remodelación de mi casa. Al menos no por ahora. Además de que existían muchas más agencias de remodelación, aquí en Manhattan, en donde cuando volviera a tener la oportunidad, haría de nuevo una orden de remodelación. Pero no. Ella se propuso fácil, y sumisa a hacer ese trabajo, y pues la verdad, seamos sinceros, ¿quién es tan tonto, como para desperdiciar una gran oportunidad como esa? Lo único malo era que tenía que poner mi mejor cara de cordero degollado, para pedirle perdón a Mina, por algo que realmente no sentía. Fue un mal trago, y más al verla ahí tan seria, y tan altanera, pero debo decir que cada desplante y desprecio de su parte, valieron la maldita pena, pues Serena estaba más familiarizada conmigo. Ahora, en menos de un mes, tanto ella, como Seiya, y yo, somos los mejores amigos.

Cada viernes nos juntamos ya sea en su casa o en la mía, y nos ponemos a jugar a las cartas mientras conversamos de diversas cosas. Y el muy estúpido de Seiya se cree mucho al haber ganado todos los juegos. Lo que no sabe es que yo lo hago a propósito. Pues para mí, el ganar un juego de cartas es lo de menos. Por algo por lo que sin duda ganaría, es por la mujer que tiene a su lado. Por ella si, ganaría a toda costa. Se está volviendo en una adición, y una afición enfermiza lo que yo estoy haciendo al no poder quitármela de la cabeza. Sus actitudes sumisas, tiernas y en parte inocentes, me hacen desearla a un punto en el que nunca, a ninguna chica he deseado.

Me masturbo sin poder evitarlo, cada que la veo, especialmente cada viernes por la noche, después de convivir los tres. Por más cubierta e inocente que venga vestida, me hace delirar y soñar despierto, en que yo soy el que la desnudara por las noches. Y más obsesivo me vuelvo, cuando recuerdo lo que me dijo su amiga, de que ella es una mujer que carece de placeres, y me hacen desear ser yo quien le muestre esos placeres, que me imagino que ella tanto desea que le den.

Todo este tiempo conviviendo a su lado, eh aprovechando cualquier oportunidad que tenga con ella, desde estar los dos a solas, tan solo conversando, o con el simple gesto de saludarla cada mañana o cada que pueda, de un ligero toque de manos y un beso, que intento hacer que sea largo y duradero en su mejilla, se me hacen únicos. Pues creo que a pesar de tener mayor y mejor cercanía con ella, no estoy rompiendo la promesa que le hice a mi amigo. Pues aunque mis deseos sean otros, yo únicamente la estoy viendo como mi amiga.

He desahogado a mi cuerpo, con el placer de otras chicas, cuando estoy en Bronx. Así que eso, y el masturbarme, ha disminuido un poco, el deseo incontrolable que tengo, por poseer su cuerpo a toda costa. Pero aclaro, que solo lo disminuyó, porque en realidad nunca he dejado de pensar en ello. Este tiempo, a pesar de que estoy contento por convivir más con mis vecinos, en especial con ella, ha sido un tiempo estresante para mí. Pues conforme avanza el tiempo, los preparativos de boda, siguen avanzando. Rei sigue al mando, buscando y organizando todo para tener su boda de ensueño, mientras yo solo la observo hacer y deshacer. Han sido constantes pleitos entre ambos, porque ella insiste en que quiere que yo participe y hable acerca de los preparativos, pero yo simplemente me niego a hacerlo. Dice que soy el peor novio que ha tenido, pero a mí la verdad no me importa. Yo sigo mi vida cómo quiero, a pesar de que mi matrimonio este próximo. Convivo con la gente que me agrada, y me divierto lo que puedo.