QUERIDO VECINO 🌙 (COMPLETA)

CAPÍTULO 16 :

SATISFACCIÓN Y REMORDIMIENTO :

DARIEN :

¿Pero que estupidez estoy haciendo?

Fue la primera pregunta que surgió en mi mente, mientras tocaba su piel, por debajo de su blusa, y continuaba besándola apasionadamente. Me sentía un estúpido, así como también, un desesperado. Si. Me sentía desesperado por estar dentro de ella, por probar cada centímetro de su piel, pero siendo sincero, me sentiría un completo idiota, si le demuestro por primera vez, a Serena, que lo único que quiero, y lo que me resulta más fácil, es hacerla mía, donde sea y como fuera, con tal de satisfacer lo que tanto quería. Me vería igual, o peor que su marido, quién en tantos años de matrimonio, no se ha percatado de aquello que tanto anhela su mujer. Ella desea sentirse sexy, sentirse amada, y sentir todas esas explosiones de locura que el sexo te da. Si, tengo bien pensado, que tengo que aprovechar lo más que se pueda al estar junto a ella, pues le hice esa promesa, que aunque me pueda, la voy a cumplir. Pero no por lo desesperado que estoy, voy a hacer lo mismo que su marido, y voy a satisfacer mi propio deseo, dejándola a ella, igual o peor que antes. Sé que otro en mi lugar, diría que le estoy dando muchas vueltas al asunto. Me diría que solo tome su cuerpo, y lo idolatre todo lo que pueda sin ningún tipo de remordimiento, de cómo quedará ella después de esto. Que a fin de cuentas, ya no la volveré a ver nunca. Pero no puedo. Aunque mi entusiasmo por intimar con ella, es mucho, no soy capaz de dejar a su cuerpo, sin la sensación de ese exquisito placer. No sé porque, pero a pesar de que se que no fui el primero en su vida, quiero ser el primero en enseñarle cómo es en realidad, que se idolatra y se venera, a una mujer. Sé que suena tonto y cursi, y más pensándolo alguien como yo, quién solo utiliza a las mujeres a su antojo, pero siento que con ella, no puedo pensar así. Siento que debo hacer más por ella, aunque sea solo esta vez. Pues desde que Mina, a pesar de ser su mejor amiga, la traicionó, diciéndome aquél tan incómodo secreto de Serena, no he dejado de pensar, en cómo se ha de estar sintiendo. Así como tampoco dejo de pensar, en que su marido, o es un idiota, por no saber cómo amar en cuerpo y alma a su mujer, demostrándole lo delicioso de esta vida sexual, o simplemente no la ama lo suficiente. Ahora, yo no estoy diciendo que la ame. Si, me encanta, tiene una chispa y una inocencia, que me atrae, y me fascina. Pero de eso, a amarla, claro que no.

Simplemente me veo, como un caballero, que está dispuesto, aunque sea solo esta tarde, a mostrarle todas las maneras en las que se puede satisfacer a una mujer. Y haciéndolo por primera vez, estando en este incómodo sofá, no es una buena idea. Así que hice un gran esfuerzo, por enderezarme y apartarme de ella, pero sin dejar de besarla. Ella estaba como pérdida en un mar de sensaciones, con solo seguir mis besos, así que yo aproveché esa lapso de inconsciencia, para cargarla en mis brazos, y llevarla a la habitación.

La sentí rígida, al momento en que la estreche en mis brazos, pero no deje de besarla, para que ni siquiera protestara, logrando el efecto deseado, y haciendo que ella solo se dejara llevar, y se limitará a sujetarse de mi cuello. Era ligera, a pesar de el voluptuoso y buen cuerpo que tenía, así que no ejercí mucho esfuerzo por llevarla cargando. La habitación estaba al fondo del pasillo. Era una cabaña pequeña, clásica, pero muy bien equipada. Rente el lugar porque se me hizo la mejor opción, para esta ocasión, ya que no quería, hacer lo tradicional, y solo citarla, en una habitación de hotel. Se me hacía muy poco caballeroso de mi parte, y ella solo podría tomarlo más a mal. Así que había buscado en internet, y está fue la mejor opción que encontré. Hice la renta del lugar, por el fin de semana completo, aunque no estuviéramos todo el tiempo, y notifique a Andrew que no iría a trabajar todo el fin de semana. Claro, que en un principio se le hizo extraño que yo dijera eso, pero no sé puso a cuestionarme y solo lo acepto. También le había pedido de favor, que le dijera a Rei, que había salido a un viaje de improviso, para justicarme con ella, y que así no me diera problemas. Sabía que mi amigo me cubriría, pues confiaba plenamente en el. Así como con mi ausencia, tampoco me preguntó la razón por la que le diría eso a mí odiosa, futura esposa. Y como yo ya sabía que eso no la detendría, desde que llegué aquí, había apagado el móvil, por cualquier interrupción, que pudiera haber. Para que así no me terminara fastidiando el fin.