Capítulo II

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C  A  P  Í  T  U  L  O     2

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C  A  P  Í  T  U  L  O     2

Aún sin saber a dónde voy, me detengo y me tomo un minuto para recuperarme. Todavía hay algunos rezagados en la sala, tal vez debería preguntarles dónde está el aula 341.

Justo cuando estaba apunto de caminar hacia uno, me doy la vuelta a tiempo para vislumbrar un corto y reluciente cabello rubio oscuro que me levanta por encima de su hombro.

Mi cara queda apoyada en su espalda, y mi trasero está en el aire y sobre su hombro, es cuando empieza a caminar conmigo encima.

—¿Qué diablos estás haciendo? ¡Bájame ahora mismo! —grito, poniendo tanta autoridad en mi voz como puedo.

El paso de Chris no disminuye, y siento al bastardo reírse debajo de mí. Miro hacia arriba y veo los rostros de dos de sus tres atractivos amigos que estaban con él en el pasillo.

—¿No podéis decirle que se detenga? —les grito mientas nos alejamos.

—Lo siento, cariño —grita con una sonrisa el que tiene cabello castaño más oscuro, corto y los ojos de color chocolate—, pero los rascacielos no hablamos mucho —claramente recuerda mi comentario anterior dirigido a él, pero no parece enojado por eso. De hecho, se ve bastante divertido.

Pierdo de vista a sus amigos al doblar la esquina, siento las miradas curiosas de algunas personas que todavía están en los pasillos, claramente tampoco tienen ninguna intención de ayudarme.

Siento un dolor familiar atravesar el lado izquierdo de mi pecho. Mierda. Me pegué contra la pared, después choqué con un muy musculoso Chris, y esta incómoda posición irritará mis costillas. Siento que el dolor se está extendiendo y sé que debo bajar antes de que las cosas empeoren.

—Escucha, amigo. Lamento lo que dije antes —miento—, pero secuestrar a la gente no es la manera de lidiar con tus problemas.

Él me sujeta con fuerza, me reajusta, y comienza a subir un tramo de escaleras sin disminuir su ritmo. Hombre, este tipo es como el conejito energizador, ni siquiera lo siento cansado.

El dolor en mis costillas está empeorando y estoy empezando a tener dificultades para respirar.

—Por favor, solo bájame y podemos hablar de eso.

Él me ignora y continúa su paso como si nada lo fuera a detener.

Respiro con esfuerzo y aprovecho la oportunidad para admirar su constitución. Realmente tiene una espalda muy bonita, sus músculos se notan bajo su camiseta negra ajustada pero no demasiado apretada.

Me estoy cansando de esto, aún me duelen las costillas y ahora definitivamente llegaré con más de 10 minutos tarde a clase.

—¿Puedes simplemente dejarme ir gentil...? —me quedé sin decir "gentilmente" cuando él, repentinamente, deja de moverse y me tira al suelo.

Ella está conmigo © - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora