6

672 55 3
                                    

Advertencias:
Lenguaje maduro, violencia, abuso y demás temas duros de tratar. No intento sensualizar nada, solo mostrar la crudeza de la realidad. Mi intención es escribir una denuncia social y de paso el protagonista tiene diesiseis-diesisiete. Les dejo un enlace externo para que la lean completa. Voy a editar algunas partes para no tener problemas.

https://wordpress.com/post/cachorrosyamos.wordpress.com


Por favor, sus comentarios me ayudan a mejorar, no se olviden de dejarlos.

— Entonces ¿Nunca has probado camarones?

—No, tampoco cangrejo. ¿Esos no son insectos grandes? Parecen insectos.

Paulette rio ante esas palabras, pero tenían cierto sentido. Ella cortaba unas zanahorias mientras Pat la observaba atento, en la cocina entibiada por el suave sonido de las ollas encendidas y la comida hirviendo. Preparaban la cena de Navidad y el muchacho le comentó que era la primera vez que asistía a una y no fue difícil creerle.

Patrick tuvo un hogar alguna vez, al lado de su atareada mamá quien no tenía tiempo para atenderlo. Paulette no se resistió y cuando le preguntó al chiquillo, que le provocaba comer, se le iluminaron los ojos.

—Las papas ya están cocidas, ahora cuando se enfríen les quitamos la cáscara y las aplastamos con un tenedor. Vas a ver que sencillo es preparar un puré, le ponemos mantequilla y leche, un poco de sal y algo de pimienta.

— Mentira, más fácil es comprar esos que vienen listos. Yo no sé Paulette. Nosotros no teníamos una cocina como esta, nada más un microondas, que estaba en una sala común, donde había también una cafetera. Mi mamá siempre estaba muy ocupada trabajando. Además toda esa verdura es cara, más barato es comprar ya hecho; se calienta y listo.

Cuando vivía con su mamá, no tenían dinero suficiente para pagar la renta de un cuarto e ir a la tienda a comprar cosas caras. Paulette le estaba dando a conocer un mundo nuevo, comida casera era algo que él no conocía.

—¿En qué trabajaba tu mamá?

—¿Mi mamá? Ella hacía muchas cosas, pero era mesera la mayoría del tiempo y yo iba con ella porque no tenía donde dejarme. A veces me quedaba en el auto, pero un día alguien rompió el vidrio porque yo estaba dentro y hacía calor y... Llamaron a la policía, mi mamá se metió en problemas y a mí me llevaron a uno de esos hogares.—Dejó las cascaras a un lado para jugar con las rodajas de zanahoria—¿Cómo vas a cocinar esto?

—Zanahorias en almíbar. ¿Te parece bien? Con puré de papas y pollo al horno, no es una gran cena, pero es algo. Necesitamos un postre. ¿No?

—¡Helado! Hay en la tienda. —Pat dio un brinco dispuesto a ir por este.

—Pensaba en una tarta o un pastel para acompañar la cena.

—Yo nunca he comido nada de eso, pero Paulette, el supermercado ya cerró, helado está bien.

—¿Nunca has probado una tarta? —Ahora sí consiguió sorprenderla. —Tendremos que hacer algo al respecto. Tienes que probar la tarta de chocolate que mi hermana Jo prepara. ¡Mi Señor resucitado! Esa tarta sabe a cielo.

—Mi mamá traía lo que sobraba del restaurante y eso comíamos. Nunca quedó pastel, pero ya cerró el supermercado. ¿De dónde sacamos uno a esta hora?

—Haremos un pastel. ¿Qué tal?

—¿Dónde? ¿Aquí?—Pat abrió los ojos tanto que se iban a escapar de las órbitas.

Paulette intentó no reír al ver tanta sorpresa junta. Pat podía sentirse un adulto, pero aún conservaba cierta inocencia propia de sus años.

—Aquí mismo, en esta misma cocina. Marietta era una gran cocinera, no tan buena como Doña Georgina, su mamá, quien me enseñó a cocinar a mí.

Cachorros y AmosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora