23

510 30 2
                                    

No podía estar seguro de haber despertado o si seguía sumido en la peor de sus pesadillas. Las rodillas se le quebraron y sintió que las fuerzas le abandonaban. A duras penas pudo sostenerse, mientras el dolor de cabeza se volvía tan intenso que tuvo que cerrar los ojos.

Toda su vida la pasó nadando contra la corriente, intentando sobrevivir solo a la más cruda realidad y ya estaba harto de aferrarse a la esperanza de que algún día todo iba a cambiar. Nunca iba a salir, nunca iba a tener una vida mejor, nunca nadie lo iba a querer a su lado ni tratarlo como a un ser humano.

Tanto nadar toda la noche, para ahogarse en la orilla. Puso la última y más pequeña de sus esperanzas en Luka. Pensó que podría tener una vida distinta, pero no fue más que una ilusión y fue un idiota por darles cabida. La oscuridad empezaba a envolverlo y Noel solo quería abandonar ese mundo.

Tenía que ser una broma del destino, un chiste cruel.

Toto, perro pulgoso.
No soy un perro.

Díselo a tu amo entonces, Toto.
Ese no es mi nombre.
«Toto. Ven aquí Toto, mueve la cola Toto. Buen chico, Toto cachorro obediente.»
No sigas con eso...
Siempre has querido tener un techo sobre tu cabeza y un plato de comida. ¿No? Ahora lo tienes, Toto. No tienes nada más que hacer que cerrar tu maldito hocico y obedecer
¿Esto es lo que quiero?

Techo, comida y de cuando en cuando, tu amo te va a rascar la panza, si te portas bien.¿Y Luka?
Ahí está, frente a ti.
¿Ves? ¿Qué más puede pedir un perro callejero como tú? ¿Acaso pensaste que merecías algo mejor?

No...
Claro que ahora con Luka presente...
Déjalo fuera de esto.
Date cuenta, estúpido. Luka es un perro fino. Míralo a él y mírate tú. Eres horrible, todo flaco, lleno de cicatrices. No te asombres si tu amo se deshace de ti y se queda con él. Esto no puede estar pasando. ¿Cómo llegó Luka aquí?

¿Ves que eres estúpido? Es tu culpa...

—¡Toto!

La voz de Tin Man lo sacó de sus pensamientos. Asustado, se encorvó sobre el suelo, incapaz de seguir mirando hacia donde se encontraba su amo, al lado de Luka.

Era él, no estaba soñando. Era Luka, eran sus ojos de diferentes colores. No podía equivocarse.

Era él.

El fotógrafo estaba desnudo y sujeto a una cruz de madera, con gruesos grilletes de cuero en los brazos y piernas. Respiraba agitado bajo un bozal de cuero que le cubría la mitad del rostro y lo miraba fijamente.

—¿No te gustó la sorpresa que te preparé?

Toto tembló. Su amo quería una respuesta y no podía dársela. Si abría la boca sería para gritar hasta quedarse sin voz. O sin cuerdas vocales, lo que sucediera primero.

Tin Man pasaba los dedos por el pecho de Luka como si este fuera un objeto precioso y tuviera miedo de dañarlo. El fotógrafo se erizaba al contacto y cuando el demente de su amo empezó a acariciarle el rostro, le habría dado una dentellada si no hubiese tenido puesto el bozal.

—Tal parece que estás empeñado en desobedecerme, Toto. Te hice una pregunta y no he escuchado una respuesta de tu parte.

Noel asumió su posición de sumisión y, con la frente sobre el suelo, sacudió torpemente las caderas, sintiendo como la cara le quemaba de vergüenza. Luka estaba ahí, frente a él, observándolo todo.

—¡Sentado!

Tin Man se acuclilló a su lado y le acarició la cabeza con cierta ternura. Podía sentir sus dedos surcándole la cabellera y cerrándose en un puño. Le dio una buena sacudida y consiguió que se tragara un quejido.

Cachorros y AmosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora