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Advertencias:
Lenguaje maduro, violencia, abuso y demás temas duros de tratar. No intento sensualizar nada, solo mostrar la crudeza de la realidad. Mi intención es escribir una denuncia social y de paso el protagonista tiene diesiseis-diesisiete. Les dejo un enlace externo para que la lean completa. Voy a editar algunas partes para no tener problemas.

https://wordpress.com/post/cachorrosyamos.wordpress.com


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Paulette y su nuevo ayudante prepararon la cena como todas las noches. La complicidad entre ambos era innegable y Phil se vio relegado a atender la tienda solo. Igual que las dos últimas veladas, ésta también transcurrió en silencio. Paulette tan sólo mencionó que se retiraría temprano y eso fue todo el intercambio de palabras del día. Nadie estaba de ánimo para celebrar la llegada del nuevo año.

Con Pat no tenía la misma suerte. El chico se empeñaba por rehuirle como si le hubiese hecho algo imperdonable. Estaba harto de tal actitud por parte de ambos y decidió tomar al toro por las astas.

—Paulette, ya déjate de cosas, estamos viejos para niñerías. —No fue la mejor elección de palabras, pero paciencia no tuvo para seleccionar otras.

Como era de esperarse, ella lo tomó de la peor manera posible. No sólo dejó de ignorarlo, sino que volteó a enfrentarlo con ojos de leona.

—¿Qué dijiste?

Ya era abuela, estaba jubilada y padecía de dolores en las coyunturas, pero por la mirada que daba, Phil estuvo seguro que iba a comérselo vivo y a escupir sus huesos. Tragó saliva. Jamás iba a reconocer lo intimidado que se sentía. A pesar de ello, se mantuvo firme, con la puerta cerrada a sus espaldas. Entre ambos, sólo el sonido de las máquinas conectadas a Marietta.

—Ahora sí me hablas. Vamos por buen camino. —Fue un patético intento por calmar las aguas. Paulette estaba hecha una tempestad.

—No me escuchas, Phil. —Respondió resentida—. Y no te estás dando cuenta de lo que estás haciendo.

—No, Paulette, las cosas son simples. Si Patrick se va a quedar a vivir bajo mi techo, tiene que ajustarse a las reglas. Estoy protegiendo la integridad de mi casa. No voy a dejar entrar gente de mal vivir, sobre todo cuando tiene relación con Devan.

Ella respiró hondo y sus labios casi desaparecieron en una fina línea.

—Ese pobre muchacho Noel no tiene la culpa y lo sabes. Lo que pasó entre ellos, Pat me lo dijo todo. Si te tomarás la molestia de escuchar su explicación...

—Sabes bien a qué me refiero, Paulette. Ese mocoso depravado no vuelve aquí y fin de la discusión. Si Pat quiere irse con él, la puerta está abierta. Mi única intención es protegerlo de esa gente.

—Pat, no es tu hijo. No es Tino.

—No metas a Tino en esto.

—Phil, por favor. ¡Mi Señor del cielo! Hombre, no te das cuenta de lo que haces. Patrick no es Tino, no tienes idea de lo que pasa por su cabeza, ni de las cosas que ha pasado. No te has preocupado por nada más que tenerlo aquí como si fuera una mascota.

—Dándole comida y un techo. Es más de lo que otra persona haría. Otro lo largaría a la calle.

—O peor. ¿Te has puesto a pensar en lo que ha sido su vida antes de venir aquí?

—Tú sabes que el Patrick me tiene miedo. Me ve como un pervertido que en cualquier momento le va a hacer algo. ¡No, Paulette, no!

—Y tú no haces nada por cambiar eso. El otro día no sólo echaste a Noel a la calle, sino que te pusiste a gritar maldiciones y no sé qué más, Philipo. Pat estaba asustado, yo estaba asustada.

Cachorros y AmosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora