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Advertencias:
Lenguaje maduro, violencia, abuso y demás temas duros de tratar. No intento sensualizar nada, solo mostrar la crudeza de la realidad. Mi intención es escribir una denuncia social y de paso el protagonista tiene diesiseis-diesisiete. Les dejo un enlace externo para que la lean completa. Voy a editar algunas partes para no tener problemas.

https://wordpress.com/post/cachorrosyamos.wordpress.com


Por favor, sus comentarios me ayudan a mejorar, no se olviden de dejarlos.


Afuera estaba lloviendo y esa noche no iba a ir a ningún lado. Durmió de a ratos, con toda la cama para él solo.

Tuvo suerte, seguía vivo. No sabía cómo había sobrevivido a la golpiza que le dio Müller, primero, y luego Devan. Tan solo acordarse dolía. Y aún no podía creer lo que había hecho. Algo en su mente debía estar muy mal.

No sólo había mandado a Müller a la mierda, sino que cuando lo arrastró fuera del auto, le dio un empujón para quitárselo de encima. Plenamente consciente de sus acciones, estaba dispuesto a saltar en medio de los autos con tal de no regresar con Devan. Noel corrió como un animal asustado por el lado auxiliar de la carretera y en sentido contrario del tráfico. Creyó sacarle ventaja a Müller, pero las luces de los autos lo aturdieron.

Müller consiguió derribarlo y no se molestó en dejar que se levantara. Lo arrastró hacia su auto sin que pudiera resistirse. En ese momento, mientras recibía una lluvia de golpes, deseó enmendar sus palabras y deshacer sus acciones. En medio de la paliza, Müller lo levantó de la polera y esta terminó por desgarrarse.

—Debería romperte el cuello, pero no voy a quitarle la diversión a Devan. —Sonreía enloquecido de rabia—. Luego que ese cabrón acabe contigo, te voy a cortar las patas para que no lo vuelvas a hacer.

—Lo siento —sollozaba, porque sabía lo posible de la amenaza—. Es que no quiero que Devan me venda, no quiero irme de su lado.

La cara de Müller mutó de la ira a la confusión para tornarse en una mueca burlona.

—¿Qué dijiste cabrón? No, si tú no vas a ningún lado. Antes te quedas conmigo, hijoeputa. Yo te voy a enseñar a portarte bien, como una buena puta.

—Devan me quiere vender...

—Cállate mierda, cierra el puto hocico. —Un golpe en el vientre le quitó el aire de los pulmones—. Carajo, todos los problemas que traes. Devan te va a encerrar cabrón, no aprendes. ¿No? Ni cuando estabas así, cachorrito, pasó lo mismo. Ah, tan buen rato que pasamos.

Por una fracción de minuto pareció atrapado en sus pensamientos.

—¡Qué carajo! ¡Todavía se te puede sacar provecho! —Diciendo esto, lo estrelló contra la puerta del auto.

Pudo sentir que el cráneo se le partía y un dolor caliente le bajaba por la espalda. Aturdido y con la voluntad de un trapo, dejó que Müller lo levantara en peso y lo lanzara dentro de la cajuela del auto. A pesar que tenía los ojos abiertos, solo veía oscuridad y creyó que estaba ciego. Se abrazó a sí mismo mientras escuchaba a Müller maldecir al aire.

Cuando abrieron la puerta de la cajuela, fue el rostro de Devan el que se asomó. Tenía que aceptarlo: por un momento se sintió feliz de poder verlo. Fue un alivio descubrir que no estaba ciego, solo tenía el cráneo hecho trizas, por cómo le dolía.

Devan lo tomó de la ropa y lo sacó arrastrando de donde estaba.

Una vez en el pasillo, tuvo miedo de la puerta que escogería. La del final del corredor, la de la luz siempre encendida, sería el final de su vida. Las demás tampoco eran buen augurio, pero Devan lo llevó al departamento que habitaban.

Cachorros y AmosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora