Una "intrusa" en la casa

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Jaime

Un tazón caliente de Colacao, mermelada, paté, ¿le gustará la nocilla?,le daré el croissant, no me apetece mucho... Creo que ya está. Lo dejo en la bandeja. Oigo a Sugar ladrar. Me da que Raquel se ha despertado. No sé como le irá la resaca, anoche bebió bastante. Doy el toque final a su desayuno y me propongo a llevárselo a la cama. Sí, a la mía. No la veía para irse a su piso, ya que el edificio de los de primer año está en la otra punta. La propuse, bueno, la traje en brazos porque no se podía ni mover. Yo dormí en el sofá. Pasé una noche estupenda con ella. Es muy guapa, y me vuelve loco su personalidad. Jaime,céntrate que te vas por las ramas. Cojo la bandeja y me dirijo a mi habitación, pero para cuando abro me la encuentro de pie apunto de agarrar el picaporte. La miro extrañado, no me lo esperaba la verdad. Vuelvo a mirarla y sonrío tontamente. ¿Estaré rojo? La indico que me siga a la cocina, y así hace. Una vez allí, le dejo la bandeja y la digo que es para ella. La mira asombrada. Para mi sorpresa, descarta automáticamente la mermelada y el paté, quedándose solo con la nocilla. La observo mientras come. Pone cara de pensar, igual que los niños pequeños, y come como si estuviera sola. No es como las demás. Normalmente comen como princesas y se ríen tontamente cuando digo cualquier cosa. Ella tiene carácter. Se acaba TODO lo que hay en la bandeja , y me mira. Parece que se concentra más. Es como mi prima pequeña pintando, con la lengua fuera, como si tratara de acabar un Picasso. Me río ligeramente, pero veo que sigue concentrada. La observo un poco más pero no puedo. La cojo de la mano, y veo que sale de su pequeño trance. Lo dudo un segundo pero la beso. No hay nada. Ni espacio, no tiempo. Increíble. Me separo. Veo en sus ojos que ya sabe quien soy, y me sonríe. Sonrío. La pregunto si eso la ayudo a recordar. Creo que eso no se lo esperaba. Charlamos un rato, repito cosas que dije ayer y ella también. Es encantadora. Su pelo castaño es suave como la seda y sus gafas negras la dan un toque de empollona que me encanta. Sus ojos, aún marrones, despiertan en mí cosas que ni un ojo azul podría. Y su sonrisa... ¿Soy yo o es lo más brillante del universo? Mira la hora. Eran las dos de la tarde. El tiempo se había pasado volando. Le doy mi dirección y ella me da la de su piso, al igual que los teléfonos. Se despide, y se me encoge el corazón al verla marchar. Sugar se asoma a la ventana, y yo también, y la veo caminar, a paso apresurado a su edificio. Quiero volver a verla. Creo que ha sido la mejor fiesta a la que he podido asistir en toda mi vida.

La Casualidad del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora