La otra parte

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Jaime

Riiiing!

Se acabó. Salgo con mis colegas corriendo al comedor como chavales de primaria. Nos sentamos siempre en la misma mesa, parte de atrás. Cuatro largas mesas presiden el comedor. Me recuerda a Howgarts. Hoy la comida es rica: macarrones con albóndigas. Ha empezado la temporada de baile. Nos dicen las cocineras que parece Jauja esto, todos los años ocurre lo mismo. Silencio hasta que un grupo lo rompe y no tiene fin. Estamos acabando de comer, cuando a Diego se le ocurre decir a los demás que me coreen. No lo voy a hacer. Así que me levanto y hago la vuelta al ruedo. ¿Algo cutre? ¿Yo? Pff, mañana tengo lo mejor preparado. Me siento, acabo y recojo mi bandeja. Paseo a Sugar un rato, y le suelto mientras le escribo un mensaje a Raquel. No lo ve, ¡si está en línea! ¿Por qué? ¿Se habrá pensado que la vacilaba? No creo, pero, ¿y si sí? Levanto la vista y Sugar está delante de mí mirándome con cara de circunstancia. Tiene razón, la he liado. Vuelvo a casa pensando que mañana lo arreglaré todo. Veo un rato la tele, alguna serie, zapping, documental, zapping... La apago. La escribo las buenas noches, aunque sé que no lo verá. Reviso todo antes de dormir. Está bien. Suspiro aliviado. Me acuesto rezando porque mañana sea como quiero, soñando que va a salir bien y Raquel no va a estar enfadada conmigo y lucirá un vestido precioso en el baile.

La Casualidad del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora