Después de la tormenta llega la calma

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Jaime

- A ver Raquel por favor, relájate, ¿vale?

Hace un rato habían llamado a la puerta, pero resultó ser una Raquel con los puños apretados, y una cara que dejaba ver su ira, pero también su preocupación. Por lo visto, una "amiga" suya, quería salir conmigo a toda costa, y cabe decir que parece que me lo estaba contando porque a estas alturas todavía no confiaba en mi...

-¿¡ Pero como me voy a relajar si esa zorra sigue suelta por ahí intentando ligar contigo!?- rugió Raquel. Nunca la había visto así. No sé que me dolió más, la visible desconfianza o que acto seguido lágrimas empezaron a resbalarle por sus mejillas y corrió al baño para encerrarse en él.

-Raquel!!- golpeé la puerta varias veces- ¿Por qué te pones así?- la grité. No quería, pero no podía con esta situación.Silencio. Solo escuchaba su respiración agitada al otro lado.

-¿No confías en mi?- mi voz se fue apagando según lo dije. Otra vez silencio. Decidí dejarla allí para que se tranquilizara cuando la oí:

- No es que no confíe en ti, Jaime. Simplemente... no confío en ella- dijo débilmente a través de la puerta- Siempre que me gusta un chico, esa... - hizo una breve pausa, meditando sus palabras- Siempre encontraba el modo de quedárselo, y no quiero que pase lo mismo contigo.

La volví a oír sollozar y me planté delante de la puerta.

- Raquel, por favor, no te cambiaría por nada ni nadie.

Se abrió la puerta de golpe y se escondió en mi pecho. La apreté fuerte contra mí. Podía sentir su respiración acelerada. La acaricié delicadamente su suave cabello, hasta que se separó lentamente y me miró con esos bonitos ojos color avellana, que tanto me encantaban, que me despertaban tantas cosas,tantas sensaciones y que ahora estaban rojos e hinchados.

- Lo siento Jaime, no debí reaccionar así- dijo en un débil hilo de voz.

- No es tu culpa pequeña- la agarré esa carita tan bonita y le limpié esas lágrimas que todavía le resbalaban por las mejillas, y le di un suave beso en la frente. La ofrecí mi mano que agarró con un poco de inseguridad aún, y la conduje al salón.La hice tumbarse en el sofá mientras pedía la cena y hacía unas palomitas. Dijo de ayudarme , pero la regañé diciendo que ni se le ocurriera, que las princesas están cómodamente sentadas en el sofá, a lo que me asintió un poco colorada. Después de hacer las palomitas, me senté con ella a ver The Big Bang Theory, su serie favorita. No la conocía, pero ha conseguido engancharme. Quiero saber todo lo que pueda e impresionar a sus padres, porque la semana que viene me voy a su casa para pasar las navidades. Me daba un poco de cosa pero es que no quería volver con mi familia. Las cosas no andan muy bien ahora mismo.

-¿Cuánto tarda en venir la cena?

-Un poco de paciencia, pozo sin fondo.

- Niño, conmigo no te metas eh!!- que fue seguido de otro cojinazo que por lástima no me esperaba.

- ¿ Pero cómo quieres que venga alguien? ¡ Si al oírte saldrá espantado!- reímos los dos. Me encanta verla reír, y no me cansaré de repetirlo.

A los cinco minutos llegó la pizza, y estuvimos haciendo maratón de pelis, un poco de todo. Bueno vale en verdad solo nos vimos una peli y media, pero que conste que la idea inicial era esa. Pero a la mitad de la segunda película noté que estaba dormida. Está tan mona cuando duerme... La cogí en brazos con sumo cuidado y la llevé a mi cama. La arropé y me quedé observándola. Me entró sueño y me iba a ir a dormir al salón, pero debió de sentirme cuando iba a abrir la puerta...

-¿Jaime?- dijo medio en sueños.

Decidí recostarme a su lado y la abracé por la cintura. Al poco rato me quedé dormido.

La Casualidad del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora