▶ C U A T R O

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Uhm, que calientito.

Pensaba entre sueños Jade, acurrucandose más.
Abrió sus ojos con pereza.

No entres en pánico, no entres en pánico.

Miró de vuelta.

¿PORQUÉ HAY UNA CHICA EN MI CAMA?

Se levantó cuidadosamente y comenzó a dar vueltas por su cuarto, tratando de recordar algo.

Necesito despejar mi mente.

Entró al baño para ducharse, minutos más tarde salió más calmada y tranquila, con una ropa que no apestaba a alcohol.

Se acercó lentamente a la chica y la sacudió levemente.

La rubia abrió sus ojos perezosamente y bostezó.

—¿Quién eres?—preguntó Jade rápidamente.

—Perrie. Perrie Edwars.—se presentó formalmente.

—Ugh, ¿la amiga de Jauregui, no?—dijo con algo de enojo.

—Sí.

La morena jadeó y se tiró a la cama, después soltó un pequeño grito y sacó sucara de ahí.

—¿Y porqué estás aquí? ¿cómo llegué a aquí?—interrogaba.

—Ayer en la fiesta.—relataba—Tu estabas muu ebria, no podías dar un pasó más. Unos chicos te decían cosas feas y comenzaste a llorar.—suavizaba su voz—Entonces intervine. Quizá hubo golpes. Ellos se fueron y entonces te ayudé a llegar aquí. Tuvimos que entrar por la ventana.

Jade se calmó y suspiró.

—Hace mucho no dormía tan tranquila...—susurraba.

—Ni yo.

La morena se acostó junto a la pálida por inercia.

—Esto sonará raro, pero, ¿dormirías aquí conmigo otro rato?

—Por supuesto.—sonrió.—Amo lo raro.

Ambas se acurrucaron y volvieron a dormir pacíficamente.

Unas horas después, Camila despertaba por segunda vez en la mañana de aquél hermoso domingo.

Domingo con D de..

¿Fue un sueño?

No lleva D, pero no interesa.

La cubana estaba en su habitación, en su cama, en su casa.
Miró alrededor. Definitivamente estaba en su casa.

No me digas que soñé todo eso.

Se quitó la sabana que la cubría del frío y notó algo.

¡La camiseta de Lolo! ¡NO FUE UN MALDITO SUEÑO!

Caminó hasta su armario de prisa y tomó ropa suya, quitándose rápidamente la camisa de la oji verde.

Salió de su cuarto y entró al de su prima.

—Dios santo.—dijo boquiabierta en un murmuro.

Edwars estaba abrazando a Jade por la espalda y pasando su mano por la cintura de ésta, quedando en una posición de cucharita.

Ambas chicas se veían tranquilas, era una escena reconfortante y sumamente adorable que Camila no podía negar.

Cerró la puerta despacio para no hacer ruido, pero escuchó algo proveniente de la cocina.

¿Mami llegó?

Pensaba confundida bajando las escaleras.

Un olor exquisito llegó a sus fosas nasales, haciendo rugir su estómago.

Un Chicle.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora