Capítulo 6. Guárdame el secreto

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2019

Después de la escena del beso, la actitud de E dio un giro radical, ahora se mostraba distante y J lo notó. Durante las funciones de teatro E se portaba más evasivo y esto desconcentraba a J, quien de pronto lo veía cambiar el guion o improvisar cosas sin tomarlo en cuenta.

-Oye ¿te pasa algo?

-No ¿por?

-Por tu actitud distante, tu rostro al final de la función. ¿Estás molesto? Casi no me diriges la palabra, te pregunto cosas y haces como si no me oyeras.

E se incorporó después de quitarse los zapatos. En ese momento sólo estaban ellos dos en el camerino.

-Cálmate, no te confundas, esto sólo es un negocio, sí entiendes ¿no? Esto es un trabajo, yo soy un profesional y tú y yo sólo tenemos una relación laboral.

El semblante de J cambió abruptamente.

-¿Me estás diciendo que yo no soy profesional? -comenzó a elevar la voz notablemente molesto-. ¿Alguna vez falté a un ensayo o no hice lo que se me pidió? Explícame porque no te estoy entendiendo.

-No, bueno, todos sabemos que tu reputación en ese sentido es impecable, pero sabes a lo que me refiero, tú no me gustas.

-¿Y eso qué? -J hizo una mueca de extrañeza- ¿No se te ha ocurrido pensar que tú a mí tampoco? El que yo sea gay no quiere decir que me voy a lanzar con cualquiera que se me ponga en frente- No entiendo por qué me estás diciendo todo esto.

-Porque yo veo cómo me miras, cómo tiemblas cuando nos besamos en escena.

-A ver, no, así no E. Yo también estoy haciendo mi trabajo, y mi trabajo es comunicar a través de mis emociones, eso no significa otra cosa. ¿No será que aquí el que no sabe separar la ficción de la realidad eres tú? ¿No será que el que no está seguro de sí mismo es otro?

E lo miraba perplejo, no esperaba esa reacción.

-A mí me importa un comino lo que haces con tu vida privada, y si tú no sabes reconocer la diferencia es tu problema. Yo no necesito demostrar quien soy.

J se marchó sin más azotando la puerta. Le habían dolido las palabras de E notablemente, sobre todo después del esfuerzo que él había puesto en el proyecto. El trabajo era algo sagrado para él, a su juicio, E no tenía derecho de hablarle así. Sobre todo, después del esfuerzo doble que conllevaba ocultar sus propios sentimientos. Tener que repasar sus líneas y movimientos más de lo habitual.

J se sentía humillado. Trataba una y otra vez, de buscar en su mente las acciones de los últimos días, intentando recordar si había dicho o hecho algo para incomodarlo. Si siempre le dejaba a E tomar la iniciativa. J siempre respetaba y no se salía del guion ni una vez. Dejaba a E y al productor decidir sobre los gestos y abrazos. Sintió que era verdaderamente injusto que le dijera eso por hacer su trabajo.

-Ey bro... quería, no, quiero, más bien, hablar contigo, ¿podemos?

J asintió inexpresivo. E, en cambio, había pasado toda la mañana tratando de encontrar un momento preciso para hablar con él. No se atrevía, sabía que eran injustas las palabras que le dijo al calor del momento. M le había increpado un día anterior sobre la forma en que interactuaba con J en el escenario. E le explicó a su novia que sólo era ficción, ella, molesta, le insistió en que no, que había algo más, por lo menos de parte de J. Sus amigos también se lo decían, a E no le molestaba. De vez en cuando jugueteaba para ponerlo nervioso, lo hacía a propósito. Pero pensándolo claro, ninguno jamás sobrepasó el límite. E se sentía cómodo con sus interacciones. Cayó en cuenta de su error después de la indignación de su compañero por lo que le dijo.

Emiliaco Años despuésWhere stories live. Discover now