Emiliaco Años después

Capítulo 18. El padre y el anciano

E se sentó en el sillón de la sala, movía con nerviosismo una de las piernas. De pronto apareció su padre con un semblante molesto y preocupado. Sin darle oportunidad de saludarlo siquiera comenzó a hablar.

-Ya hablé con una de las actrices, con S, ¿la recuerdas? Ella aceptó ser tu novia para calmar las aguas.

-¿Me conseguiste una novia de tapadera? -E se sintió decepcionado y triste-.

-No me mires así, es necesario.

-Yo ya estoy con alguien

-Sí ya lo sé, estás con J, pero ¿qué no alcanzas a dimensionar la gravedad de todo esto, todo lo que vas a perder? Tu carrera, tu futuro. ¿Eso quieres?

Su padre se levantó del sillón, su rostro reflejaba preocupación y molestia. E bajó la vista y luego se levantó también.

-¿Y todo lo que perdí estos dos años?

-Si J te ama tendrá que entender.

-¿Una vez más? No creo -E le dio la espalda a su padre y se encaminó hacia la puerta-.

-Tienes que hacerlo.

E cerró los ojos con hartazgo y volteó a verlo una vez más.

-No entiendo cómo es que tú, que siempre has hecho todo por visibilizar a la comunidad, no aceptas mi situación.

-No es que esté en contra y lo sabes, pero este país no está listo todavía. He hecho lo posible por contribuir a la causa, pero si sales ahora será como lanzarte de cabeza desde un edificio. El mundo está lleno de odio.

E se desarmó en ese momento, conocía los motivos de su padre, y también sabía que su preocupación era genuina. Se acercó y habló una vez más.

-Ya sopesé todo, imaginé los peores escenarios y no hay en ninguno algo más doloroso que perder a J otra vez. ¿Lo entiendes?

Su padre bajó la mirada, le dio la espalda y caminó hacia la escalera, después tomó el barandal y se volteó a mirar a su hijo que no se había movido de lugar.

-Dile a J que lo extraño, que siempre lo quise como a un hijo. Espero que me perdonen por el dolor que les causé.

E se quedó unos momentos más repasando las últimas palabras de su padre. De pronto sintió el peso que se había quitado de encima. Para él, en ese extraño lenguaje de los padres y los hijos, las palabras de su padre por lo menos, confirmaban lo que él ya sabía. Todo venía desde el lugar de la preocupación, sin embargo, su padre realmente lo amaba. Muchas veces se preguntó si quería que él fuera distinto, más sus acciones siempre fueron encaminadas a construir un mundo mejor dónde él fuera realmente feliz. Hizo siempre lo que creyó adecuado. Lo entendió.

El hombre siguió su paso por la escalera y E se encaminó a casa de su hermana. En el trayecto le marcó a su madre para ver cómo estaba, ella lo increpó por no llegar a la casa a dormir, él recibió el regaño y se despidió.

-Te amo ma.

Llegando a la cuadra del edificio un policía de tránsito detuvo a E y lo desvió hacia la calle contigua. Un tumulto de gente se aglomeraba en la esquina, E alcanzó a ver un bulto tapado con una sábana blanca. A pesar de saber que a veces esas cosas pasaban en la ciudad, un sentimiento de desasosiego comenzó a invadirlo.

Estacionó el coche más lejos de lo esperado y caminó a pie dos cuadras hasta el departamento de su hermana. Dobló la esquina y se abrió paso entre la multitud. Dos hombres se abrazaban llorando sentados en la acera mientras la ambulancia recogía el cuerpo cubierto.