El rincón de la biblioteca

18. Fruto vedado

Es una desgracia peculiar de los hombres de imaginación, el encontrar siempre la realidad inferior a sus ensueños.

Se convenció de que la prisa del tiempo y la distancia le habían enseñado un espectro del pasado más bello que la realidad.

Había probablemente en sus impresiones la natural exageración, propia del extrañamiento.

¡Qué lejos estaba eso! ¡Qué hervor de entusiasmo y esperanza, cuando a los veinte años, venía los domingos a saborear ese fruto vedado de los amores de un día!

—Fruto Vedado, Paul Groussac.

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¿Quién soy yo para juzgar un buen recuerdo?
¿Acaso soy un tipo de ente que se divierte borrando deleites?
Al único que sí conozco es a mi tremendo miedo,
Miedo por perder la dicha del ayer.

Es muy triste cuando la realidad nos golpea,
Una realidad que se manifiesta llevándoselo todo,
Memorias, sonrisas, sueños, fantasías,
Para dejarte únicamente con las ideas de Platón.

En la mente todo parece más prodigioso,
Más bello y sincero, incapaz de ser impuro,
Pero una vez se manifiesta nuevamente desde el pretérito
La ilusión termina y no queda nada del previo gozo.

La ciudad deja de ser magnífica y enigmática,
El rostro amado deja de ser bello y sublime,
La sensación deja de ser apabullante y abstracta,
Y el deseo deja de ser una meta a perseguir.

A veces pareciese que sencillamente dejamos las ganas de vivir
Olvidadas y selladas en una caja que dice "nunca más",
Pero este verdad etérea viene desde lo más profundo del psique
En donde alguien prevé nuestra futura desdicha.

Habría que agradecer a este ser que esculca nuestros recuerdos,
El que los pule y les saca brillo donde verdaderamente no lo hay
Porque sin él no seríamos nada,
Pues el hombre con memorias a conocer se da.

Hay una cita que no recuerdo bien,
Que dice que el ser no es ser si no por lo que se ha creado de él
Y me queda claro que con esta decepción, la de la realidad,
Hoy no estaría aquí si no fuera por mi constante deshonestidad.

Es frustrante, nadie es ciego a aquello
Pues somos inútiles al no poder maniobrar nuestro propio consiente,
Pero si no fuera por esta mágica y bella manera de pintar la miseria
No podríamos levantarnos de la cama ni dar la car al caminar.

No es un encantamiento ni una maldición
Es solo el curso de la vida que se desgasta día con día,
Pues los recuerdos se traen nuevamente en nuestra vigilia
Cuando por la pura angustia no podemos descansar.

Los desgastamos uno a uno,
Como una película que no deja de proyectarse
Y les exigimos seguir teniendo la misma vitalidad que antes
Cuando bien sabemos que solo los pusimos en un pedestal.

Por eso ahora prefiero solo vivir el instante,
Ese que nadie me arrebatará,
Pues ahora sé que si lo quiero conservar
Mucho más daño le haré a él a mí por igual.