Bienvenida.

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-¡Familia ya llegué!- gritó Miguel desde la puerta de entrada, entonces el ruido de pasos no se hizo esperar.
Hasta que una pequeña niña de trenzas cercana a los ocho años llegó corriendo a abrazarle.

-¡Miguel! Volviste, ¡¡te extrañé tanto hermanito!! - gritaba emocionada.

-Coquito, mi princesa. ¿Como está la niña mas bonita de san fransokyo? Dijo el moreno entre risas abrazando a la pequeña en el aire.

-Mijo, ¿eres tú?- preguntó una mujer saliendo de la cocina.
-Ay mi niño que bueno que ya llegaste- expresó con una sonrisa y abrazando al moreno.

-Ven acá, debes hablarme de tu viaje mientras comes algo- dijo la mujer dándose vuelta y regresando a la cocina.

-Coco, tú debes ir a terminar tú tarea, después jugaras con tú hermano.- la niña se marchó decepcionada de vuelta a su cuarto.

-Ah, y por cierto Miguelito.-
El joven del lunar volteó hacía la cocina y sin tiempo para nada más una chancla golpeó su rostro con la fuerza de una pelota de béisbol.
-Eso es por andar de vago sinvergüenza ayer, tenías a tú madre toda preocupada, y di que te fue bien cualquier otra madre ya ni te hubiera dejado entrar a la casa vago desagradecido, ya decía yo que no te debí dejar juntarte tanto con Marco y...-

La mujer continuó con su discurso mientras el adolorido Miguel dejó sus cosas en su alcoba y se volvió a dirigir a la cocina.

- Y entonces tú tio chuy se calló de la moto y se hizo una cicatriz. ¿Porque estaba contando eso? Bueno, el punto es que no vuelvas a asustarme así jovencito, tal vez seas mayor de edad pero mientras vivas bajo mi techo vas a obedecer a tú madre ¿entendido?- preguntó la mujer con mirada amenazante acto seguido posó un plato a reventar de pozole frente a su hijo.

-Ay Miguelito, si cambiaste tu vuelo a uno más temprano debiste avisarnos. Estábamos todos preocupados en el aeropuerto.-

-Sí mamá, lo lamento.- expresó el moreno con algo de desinterés.

-Muchacho grosero, nosotros esperándote a tú "amiguito" el chino casi le daba un ataque, gracias a dios le hablamos a san Juanito que nos avisó por que ya se me hacía que el Hiro llamaba a la guardia nacional para buscarte.- soltó despreocupada mente la mujer saliendo de la cocina.

-De verdad lo lamento Ma, esperate ¿qué? ¿Hiro estaba con ustedes en el aeropuerto?-

-Si mijo, ¿no sabías? El venía a recibirte estaba muy emocionado, después de hablarle a Juanito nos acompañó aquí a la casa y se fue, creo que estaba algo triste, pero bueno en tú cuarto puse unas cosas que te dejó- grito desde la sala la mujer.

Y como si de una bala se tratara Miguel terminó su plato de pozole porque no conviene seguir enojando a su madre y regresó a su habitación, entró tan rápido que olvidó que dejó su maleta en la puerta y tropezó callendo de cara al suelo.
Se levantó adolorido y se miró al espejo, su nariz y frente se encontraban rojas después del chanclazo y la caída.

Entonces su vista se fijó en su cama donde estaba posado un letrero blanco que decía: Bienvenido a tu hogar Miguel, ah su lado se encontraba una pequeña cajita envuelta en color rojo y con un moño blanco.
Primero tomó en sus manos la cajita y la abrió su mirada se llenó de sorpresa al ver un marco de madera y por la parte trasera se podía apreciar el dibujo de una calaverita de azúcar lo tomó entre sus manos y al mirarlo con detenimiento estaba liso, no tenía espacio para colocar una fotografía.

-Que extraño- pensó para si mismo, lo colocó sobre su mesita de noche y toco con las yemas de sus dedos el centro del marco dejando ver entonces una pantalla blanca de cargar, abrió sus ojos con sorpresa y entonces una fotografía de Miguel con su familia apareció, unos segundos después había una foto de mama Elena y sus primos que parecía reciente, le siguió la fotografía de mamá coco y el de doce años, y así varias fotos de sus familiares incluso la foto del altar que ponían cada año en su casa en México, algunas otras fotos con Marco, también con Leo y Kubo, incluso había una foto de dante. Para este punto Miguel estaba más que conmovido entonces comenzaron a aparecer diversas fotos de el y Hiro, los recuerdos aparecían en su cabeza al momento de ver cada imagen, entonces con su mano apretó el marco intentado pausarlo y entonces pudo apreciar con detenimiento su foto favorita.

Solo Tú (Higuel) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora