Es Guerra.

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Miguel estaba emocionado, no lo iba a negar aunque lo obligaran. Ya eran seis meses desde que no veía al asiático más que a través de una pantalla, sentía la necesidad de abrazarle y aspirar su relajante aroma a gomitas y shampoo de menta. Porqué sí, a pesar de ser menor Miguel le sacaba algunos centímetros al mayor.

La hora se acercaba y el mexicano no podía estar más nervioso, cepillo por doceava vez su cabello y se miró una vez más en el espejo. Utilizaba unos pantalones negros entallados junto con sus usuales botas marca Rivera, una camiseta blanca con una chaqueta de mezclilla. El no solía vestir así, pero debía admitir que se veía muy bien en su atuendo. Bajó las escaleras y se despidió de su familia, era temprano por la mañana, pero de esa forma podría utilizar el resto del día para estudiar pues en un par de días tenía que presentar todos los exámenes que se perdió por la gira y eso le preocupaba.

Llegó un poco antes de la hora pero decidió esperar afuera, pasados unos minutos pudo divisar a alguien corriendo hasta él.

-Lo-sien-to- dijo intentando recuperar su aliento. -Me quedé dormido y vine corriendo- ya un poco más compuesto el azabache sonrió nerviosamente, mostrando su diastema y llevando su mano a la nuca apenado.

Miguel no respondió, estaba muy ocupado comiendo a su amigo con la mirada.
El genio de la robótica llevaba unos jeans azul oscuro que hacían resaltar su bien trabajado... muslos, si eso estaba viendo. Una camiseta color vino con cuello V, y una delgada chaqueta negra de imitación cuero. A eso le agregamos que llevaba su cabello recogido descuidadamente en una coleta corta que dejaba ver sus finas facciones mas delineadas y el toque final unas gafas de marco delgado que Hiro utilizaba al estar por muchas horas frente al computador.

Miguel seguía embobado, tal vez no era la mejor imagen del genio, pero para el moreno era como tener a un angel frente a él.

-De verdad lo lamento- se disculpó de nuevo el asiático sacando a Miguel de sus pensamientos.

-Oh vamos, como si no te conociera genio. Yo se que fue un accidente tu retraso- Miguel sonrió dejando mostrar su hoyuelo y antes de que pudiera reaccionar el mayor ya lo estaba aprisionando en un cálido abrazo.

-Bienvenido Miguel, te extrañe.- el mexicano correspondió de inmediato al abrazo. No podía creer que Hiro iniciara un abrazo, inhalo profundamente y ahí estaba ese inconfundible aroma a shampoo de menta, se mantuvieron en el abrazo por un par de minutos, realmente extrañaba esa sensación. Acomodo mejor su rostro para estar cerca del cuello de Hiro eh inhalo una vez más pero en vez de su usual olor a gomitas el azabache tenia un olor a sorbete de uva.

Sin darle mucha importancia terminó el abrazo e invito a su mejor amigo/crush a pasar al café. Tomaron una mesa junto a la ventana y ordenaron.

Pasaron apenas dos hora entre risas compartidas y divertidas anécdotas de México cuando Miguel se percató de la hora, el aún tenía algo de tiempo pero sabía que el mayor debía asistir a su trabajo.

-Se está haciendo tarde chinito, ¿no quieres que pidamos la cuenta?-

-Tranquilo Miguel, el mundo no se va a acabar si llego un poco tarde al trabajo el día de hoy- respondió el azabache con una sonrisa que se convirtió en un pequeño puchero. - además teniamos mucho sin vernos y quiero saber como estuvo la gira.-

Miguel estaba que no cabía de felicidad ante las palabras del genio, pero disimulo lo mejor posible.

-De acuerdo- dijo en el tono más casual que pudo - pero si aún tienes tiempo entonces yo quiero saber como te está llendo con tu nuevo proyecto, casi no me has hablado de lo que tu hiciste estos meses.-

-Pues, no ah sido mucho. Durante las videollamadas has logrado ver mucho de lo que eh estado trabajando con el profesor Boov hicimos un gra...-

Antes de poder terminar su frase dos manos morenas taparon los ojos de Hiro, tomándolo por sorpresa, el músico atinó a levantar la mirada y se encontró con la razón de su borrachera del día anterior.

Solo Tú (Higuel) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora