28 de Septiembre de 2006
Ha pasado poco más de un año, lo que al principio iba a ser una ceremonia sencilla según Agoney, se ha acabado convirtiendo en el bodorrio del siglo a petición del rubio bajo el pretexto de que "si nos casamos, nos casamos bien".
Raoul anda nervioso de un lado a otro de la sala en la que espera el momento de dirigirse al altar. Puesto que sus familiares no están presentes, Agoney le ha prestado a su hermana, pues nada más se conocieron ella y el rubio encajaron a la perfección, para que le acompañe durante la ceremonia.
- Estás nervioso, cuñi? -le pregunta la chica con una expresión que le recuerda demasiado al chico con el que se va a casar
- El aire no me llega a los pulmones -bromea Raoul
- No voy a ser yo quien lo diga, es muy heavy -ríe la canaria negándose a seguirle la broma
- Joe, Glen, te lo he puesto a huevo -ríe Raoul para quitarle hierro al asunto
La tinerfeña ríe frente a la borma de Raoul pero nota la tensión recorrer cada recoveco del pequeño cuerpo del catalán.
- Raoul, tranquilo -le intenta calmar Glenda- él te quiere, tú le quieres, estás guapísimo y prácticamente ya estabais casados, o sea, todo va a seguir igual. Intenta disfrutar de vuestro momento
- Joder... pero esto... lo ata aún más a mí, sabes? -exterioriza sus miedos Raoul- no sé si es justo para él
- Muchacho, lo dices como si le hubieras apuntado con una pistola para que se casara contigo -ríe Glenda al ser conocedora de las inseguridades del rubio- a ver si te entra en esa cabecita tan dura que tienes -afirma su cuñada dándole toquecitos en la frente con el índice- que mi hermano te quiere con su alma y hace esto más por él que por ti. Raoul, nunca había visto a mi hermano así de feliz, con esa vitalidad... enamorado de verdad
Raoul es incapaz de seguir sosteniendole la mirada tras oír eso último salir de la boca de la canaria.
- Deja atrás las dudas porque esto es lo correcto -le convence la hermana de Agoney- y no te lo dije nunca, pero muchas gracias por hacerle tan feliz
- Gracias a ti por haber accedido a esto -dice sinceramente Raoul
- Para ya que me vas a hacer llorar, Raoul, por Dios...
Glenda ayuda a Raoul a acabar de arreglarse el maravilloso traje blanco que el catalán ha escogido para la boda. Le anuda la corbata, blanca también, adornada con franjas amarillas pastel y le repeina un poco el indomable tupé rubio, que hace juego con las rayas de la corbata.
- Estás precioso -le dice su cuñada antes de agarrarse a su brazo y empezar a llevarlo al altar
Él es el primero en llegar. Nada más entrar en el salón donde se va a celebrar la ceremonia, observa a todos los invitados (excepto a la madre del canario que se encuentra con él). Éstos podrían resumirse en familiares de Agoney y amigos de ambos chicos. La última mirada con la que se queda antes de pararse a esperar a Agoney, es la de Juan Antonio quien se ha convertido en un hermano para él y le articula con la boca un "qué guapo!" que le llega al alma y corresponde con una sonrisa.
Ahora simplemente le queda esperar. Esperar a Agoney, al hombre de su vida, a su novio, a su futuro marido. La espera se le hace eterna y empieza a devorar sus uñas cuando la música empieza a sonar. La música, esa es la señal. Entonces se gira y descubre la imagen más bonita que jamás ha visto y verá.
Agoney, enfundado en un traje gris claro con una corbata y un pañuelo morados que lo complementan, se acerca de la mano de su madre a él con la sonrisa más pura y los ojos más brillantes y profundos que nunca, además de un poco llorosos, clavados en él.
Si pudiera, el rubio se quedaría a vivir en este momento de por vida. Una vez han recorrido todo el pasillo, su madre lo deja y Agoney se sitúa frente a Raoul cogiéndole las manos.
- Estás guapísimo, mi amor -confiesa el canario- muy buena elección ese traje, pega con tu personalidad
- Qué quieres decir? -pregunta Raoul aún embelesado por la imagen de su prometido
- Que el traje es como tú, blanco y puro -afirma acariciando la americana del rubio- pero con un toque de alegría y jovialidad -sentencia dando un toquecito a la corbata de rayas amarillas
- No puedes dejar de ser moñas ni en este momento? -se sonroja levemente el catalán
- Es una boda, lobito, es necesario ser moñas -afirma divertido el mayor
- Dios, te quiero tanto... -se sincera Raoul clavando su mirada en la del contrario
- Yo también -le acaricia la mejilla- te quiero más de lo que jamás imaginé que sería capaz de querer a nadie
Y, tras unos segundos más observándose, llega el responsable de oficiar el matrimonio. La ceremonia es lenta y larga, pero los roces más que voluntarios de las manos de los chicos de vez en cuando la hacen más amena. Y al fin llega el momento que todos los presentes estaban esperando.
La pequeña Paula trae torpemente los anillos hasta la pareja derritiendo los corazones de todos y cada uno de los invitados.
- Toma, tito Ago -afirma tendiendole un anillo- toma, tito Raoul
- Muchas gracias, preciosa -afirma Raoul con una sonrisa de oreja a oreja antes de que la niña vuelva con sus padres
- Unan sus manos y expresen su consentimiento ante los presentes -pide el ministro
- Yo, Raoul Vázquez García, te acepto a ti Agoney Hernández Morales, como mi esposo y prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad y amarte y respetarte todos los días de mi vida
Frente a las palabras de su novio y antes de pronunciarlas él, Agoney no puede evitar morderse la sonrisa.
- Yo, Agoney Hernández Morales, te acepto a ti Raoul Vázquez García, como mi esposo y prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad y amarte y respetarte todos los días de mi vida
- Muy bien, ahora pónganse las alianzas
Y así lo hacen, con la mayor delicadeza del mundo, primero Raoul a Agoney y luego al contrario, viendo otra vez ese contraste del café con leche de sus pieles.
- Raoul Vázquez García, aceptas a Agoney Hernández Morales como legítimo esposo?
- Sí, quiero -afirma mirando a Agoney como si quisiera atesorar todos sus rasgos y expresiones en ese mismo momento
- Agoney Hernández Morales, aceptas a Raoul Vázquez García como legítimo esposo?
El canario tarda unos segundos en responder haciendo que la respiración de prácticamente todos los presentes se detenga por un momento, excepto la de sus padres, su hermana y su marido que ya le conocen demasiado.
- Pues claro que quiero -ríe mientras observa como Raoul niega con la cabeza conteniéndose la risa
- Yo os declaro marido y marido, puede besar al novio
Y con el hambre y la sed que tienen al ser condenados a la tortura de no poder besarse tanto como les gustaría, disfrutan de ese momento como si les fuera la vida en ello, saboreando los labios ajenos que dejarán al banquete un listón demasiado alto.
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FLAMES (Ragoney)
FanfictionCuando Raoul ve a Agoney surge la famosa chispa que anuncia una atracción por la otra persona, lo que ninguno de los dos sabe es que pronto ambos estarán envueltos por las llamas.