Capítulo 5 - Feliz Año Nuevo!

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31 de Diciembre de 2001

Unos trajeados Raoul y Agoney corren por las calles de Madrid para llegar a tiempo al restaurante en el que el canario ha hecho una reserva.

- Cómo has hecho la reserva en tan poco tiempo? -pregunta Raoul mientras corre de la mano de Agoney, quien teme perder al pequeño cuerpo del rubio entre la multitud

- Hay que ver lo inocente que eres a veces. La reserva lleva días hecha, pollito -ríe Agoney

- O sea que tenías pensado cenar hoy conmigo de hace tiempo? -afirma el rubio levantando una ceja

- Quería celebrar el año nuevo con la persona con la que lo quiero pasar -contraataca Agoney haciendo que Raoul se sonroje

Unos minutos después, los dos chicos se encuentran sentados en su mesa esperando la cena.

- Nos está mirando todo el mundo -se sonroja el menor

- La homofobia, mi niño -afirma Agoney acariciando la mejilla de Raoul- aunque sinceramente, teniendote aquí, yo también miraría

- Ago, para o no acabamos la cena -ríe el rubio

- Vaya, te me estás lanzando tú -bromea Agoney- esto es nuevo, qué se supone que debo hacer?

- Eres imbécil -le da un golpe en el hombro el rubio- que yo tampoco soy de piedra...

- Madre mía, rubito, que te me desmelenas -ríe el canario

Entre chistes y bromas que más de una verdad esconden, pasan la cena. Acaban de comer a las once y media, así que Agoney lleva a rastras a Raoul, quien camina torpemente con los zapatos un par de tallas más grandes del canario, por todo Madrid para llegar a tiempo a la Puerta del Sol.

- Ago, Ago, Ago -le avisa preocupado Raoul

- Qué?

- Me acabo de cargar tu zapato -afirma mirándose los pies- Dios, lo siento

- No importa, eran viejos -le quita importancia el moreno- corre, que no llegamos

- No puedo correr, me falta media suela en el zapato

- Pues no corras

- Entonces? -el canario se agacha delante del rubio- no, ni de coña

- Sube, coño -ríe Agoney

- Nos vamos a matar, Ago -razona el rubio

- O nos matamos corriendo, o te mato yo, como tú veas -bromea el canario

- Esto no va a salir bien... -sentencia el rubio subiéndose a la espalda del moreno

- Agárrate que vienen curvas, pollito -afirma divertido el tinerfeño

Y a falta de quince minutos de año nuevo y con un pollito cojo a sus espaldas, Agoney corre como si no hubiese un mañana.

- Nos vamos a matar!!! -grita el rubio cada vez que Agoney derrapa al girar

- Calla, no seas gafe! -afirma Agoney casi sin aire

- Me estoy escurriendo, Ago! Me caigo -grita Raoul

- Pues agárrate más fuerte, bobo -ríe el canario

Y unos gritos y unas carreras más tarde, al fin llegan a la concurrida Puerta del Sol a falta de cinco minutos para el año nuevo.

- Por los pelos -suspira Agoney ayudando a bajar a Raoul de su espalda

- Me hubiera dado igual perderme las uvas, toda la noche ha sido ya mucho más de lo que esperaba -confiesa el rubio

- Anda, toma -le dice Agoney dándole un vasito de plástico lleno de uvas- que me harás llorar y todo

Empiezan las campanadas y todo va bien hasta que Agoney se atraganta en la quinta uva. Por suerte sale disparada causando solo un ataque de risa en el rubio.

- Feliz año nuevo! -grita Raoul lanzándose a los brazos de Agoney

- Ahora, no, mamón? Casi me muero y tú riendote -le corresponde el abrazo y le da un beso en la mejilla

- Te parecerá bonito, tus primeras palabras del 2002 y me dices esto -se hace el ofendido Raoul

- Tienes razón, puedo decir otra cosa? -pregunta el canario llenando dos copas con el champán

- Más te vale -dice aceptando una de las copas

- Vale... pues... me da igual el tiempo que pase, me dan igual las cobras, me da igual que te hayas cargado mi zapato -ríe haciendo reír al contrario- me da igual que te parezca graciosa mi muerte y me da absolutamente igual tener que pasar toda la noche apilando cajas, porque esta Nochevieja no podría ser mejor ya que estoy contigo y aunque solo pueda llamarte amigo, me vale, porque estar a tu lado ya es mucho más de lo que jamás podría desear, porque me llenas de una vitalidad que desconocía que existía... -al final del discurso, Agoney levanta su copa- Raoul, te quiero

El moreno se muerde el labio y decide acabar su discurso con un nuevo intento de beso y sus labios impactan contra los del catalán.

- Raoul... que te he besado... -celebra Agoney con los ojos como platos- qué te he besado! Te he besado! -exclama cogiéndole en volandas

- Feliz año nuevo -ríe a carcajada limpia Raoul- yo también te quiero, Ago

Y ahora es el rubio quien decide acabar con la distancia, pues los labios del canario le han dejado una sed que ni siquiera el mejor champán del mundo puede saciarle.

Actualidad

- Os besasteis en plena Puerta del Sol??? -pregunta ilusionada Ainhoa- en 2002

- Sí, qué pasa? -ríe Raoul

- Qué era 2002, os podríais haber ganado una paliza -apoya a su hermana Pablo- o sea hay gente que hoy en día no se atreve a hacerlo, como para hacerlo hace veinte años...

- El miedo por el rechazo a mi condición sexual desapareció el día que me fui de casa -explica Raoul- este hombre nació siendo libre y como no se le pueden poner barreras al mar, nada nos iba a frenar

- Jo, que bonito -comenta emocionada Mireya

- Y qué coño? Que llevaba tres años esperando ese momento, me daban bastante igual las posibilidades de recibir una paliza -bromea el canario mucho más suelto con la familia de su marido y haciendo reír a sus ahora sobrinos

- Jo, yo siento cortar el rollo -afirma Ainhoa- pero nos puedes contar qué pasó? Ya sabes, cuando tus pulmones se llenaron de humo... qué pasó? Es que no aguanto más sin saberlo

- Ainhoa! Os he dicho que no le presionéis -la riñe Álvaro

- Tete, no le cortes las alas a la niña -el rubio mira a Agoney, pues esa frase es suya, consiguiendo una sonrisa por parte del canario además de que le agarre la mano bajo la mesa- es normal que le pique la curiosidad, yo ya me hubiese vuelto loco

La joven sonríe, pues parece que no sólo comparte ojos con el hombre al que acaba de conocer, pues Raoul también goza del poder o la maldición de la curiosidad.

- Eso sí, no es algo bonito de oír...

El rubio se tensa ligeramente por el recuerdo del accidente que le dejó literalmente sin aire, pero ahí está Agoney, una vez más, para calmarle con sus caricias, con sus besos, con sus susurros... Y una vez completamente en calma, se dispone a revivir el que es oficialmente el peor día de su vida.

FLAMES (Ragoney) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora