—Hasta mañana— hago una reverencia respetuosa y digo antes de salir de la oficina en la que, irónicamente, trabajo como escritor y editor en la sección de sociales en el periódico. Realmente no me gustaría ver a estas personas mañana, pero debo de maquillar mi completa apatía y asco por la vida.
Tomo mi abrigo negro, ese que tengo desde hace unos… ¿tres años? pero que no he podido cambiar porque fue el último regalo de mi padre. Lo visto, sintiendo de inmediato la falsa calidez que siempre me invade cada que lo uso, ya que recuerdo los efusivos abrazos que papá me daba cada fin de semana; mientras voy caminando por la acera, me pierdo entre los recuerdos que se reproducen sin permiso en mi mente, sacándome varias sonrisas melancólicas y vacías.
Camino con rapidez, como siempre lo he hecho porque andar lento me recuerda momentos en mi vida que no me gustarían recordar. No observo a nadie a los ojos, sino que voy viendo mi calzado formal negro, apreciando su suciedad por mi mala costumbre de colocar un pie sobre el otro cuando estoy sentado. Suspiro por milésima vez en el día, espero llegar pronto a mi pobre departamento para dormir un buen rato; le doy un vistazo a mi reloj de muñeca y este marca las 8:13 pm, el sol se ha ocultado por completo y casi no hay personas a mi alrededor, como siempre.
Hoy es viernes, lo que significa que tengo un fin de semana solo para mí, como lo ha sido desde que tengo memoria, siempre todo lo que haga es sólo para mí, sin compartir nada con nadie y como la vida me ha enseñado a mala manera que debe ser. Mamá me ha dicho que iba a salir de paseo junto a mi tía para visitar a una amiga de su infancia que vive en Busan o algo similar que no recuerdo con exactitud, por lo que mi visita semanal se ve pospuesta hasta dentro de ocho días, sintiéndome vacío y solo, como regularmente lo hago.
Doy vuelta en cierta calle; una chica vestida como “vaquera sexy” y peinanda de trenzas me sonríe para después, darme una hoja de papel con algo impreso sobre ella en tinta negra. —Esperamos su visita— ella dice tan alegre y sonriente que me da escalofríos de inmediato: podría apostar que no es tan feliz como se muestra, tal vez ese trabajo (cualquiera que sea el que tenga) no le agrada, lo supongo porque su sonrisa se ve un tanto forzada. He visto muchas sonrisas no verdaderas, es decir, me veo al espejo todos los días, sé como luce una cuando la veo.
No le contesto nada pero recibo su hoja y me inclino un par de grados por respeto, sin eliminar mi gesto neutro. Camino un par de pasos más, la curiosidad es mayor y observo el panfleto, leyendo: “Nuevo club nocturno Only Tonight. ¿Necesitas un buen trago y liberar el estrés? Has encontrado el lugar adecuado”, eso además de los horarios y demás frases que se suponen llamativas para sujetos como yo.
No he de mentir, a veces, cuando la pesadumbre es tanta, cuando me siento tan jodido, me escapo a algún bar o antro en el centro de la ciudad para variar mi monótona vida: la mayoría de las veces solo voy allí, me siento en la barra, tomo unos tragos mientras veo el espectáculo que está en el momento y me voy, pocas son las veces en las que me consigo alguien con quien tener una noche porque nadie se acerca a un hombre de treinta años que se ve tan jodido como yo me veo. Desde mi adolescencia sé que me gustan los hombres pero si alguna mujer acepta estar conmigo, también me meto con ella, no soy quien para desperdiciar alguna oportunidad, aunque realmente no disfruto de la misma manera el acto y la satisfacción sólo es momentánea.
Así que lo considero un momento; en vez de tirar la hoja impresa, la doblo en cuatro y la guardo en uno de los bolsillos de mi abrigo. Camino hasta llegar al edificio en el que habito actualmente, es pequeño pero está bien porque soy solo yo, sin nadie más a mi lado, por lo que no necesito espacio de más; la mitad está ocupado por hojas de papel, periódicos y libros que ocupo en el trabajo, realmente no tengo muchas pertenencias. Vivo aquí desde hace unos siete u ocho años, justo antes de aquella primera ruptura de la cual, si bien me pude recuperar, dejó una cicatriz en mi alma, una de soledad. La renta es barata y tengo todos los servicios que necesito, incluso creo que voy a vivir aquí por el resto de mi vida.
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Three times alone | Yoonmin
Fanfiction» Generalmente, las personas encuentran a su pareja ideal antes de los veinticinco. « Park Jimin se siente completamente podrido a sus jóvenes treinta años. La vida se ha encargado de jugarle sucio en un par de ocasiones que lo convirtió en el hombr...