CAPÍTULO 17

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Yoongi termina de leer la horrible carta que escribí desde el fondo de mi corazón, el cual late a mil kilómetros por hora. Mis mejillas están calientes, mi mirada no se digna a conectar con la contraria, me siento sumamente vulnerable pero debo de continuar con todo este jodido plan porque Yoongi lo vale. 

Sé que él me está observando, esperando que yo diga o haga algo, pero no puedo hacerlo, me he bloqueado como un ratón cuando se encuentra con un juguetón gato. Me siento mareado, incluso creo que estoy sudando frío, mi respiración se vuelve pesada, mi estómago se revuelve y mis manos se aferran con necesidad a la pequeña caja que tengo en mis manos, jugando mis dedos nerviosamente con ella. Yoongi, ante mi falta de reacción, se levanta de la silla donde está, haciéndome pensar que todo se ha acabado, que me va a dejar porque lo que le he pedido es muy idiota y pasa al lado mío quebrándome lentamente; quiero casi llorar hasta que siento su toque detrás mío, sus manos tan cálidas como siempre se ajustan a mis tensos hombros.

Se agacha un momento para depositar un beso en lo alto de mi cabeza. —Respira Jimin— me dice tan suavemente que por un momento me siento en las nubes. Le hago caso porque no pienso en otra cosa; cierro los ojos inhalando y exhalando lentamente, aún con el agarre de él sobre mi cuerpo.

Cuando me siento mejor, dejo realizar aquellos ejercicios de respiración. Yoongi me invita a levantarme del asiento y yo lo hago sin soltar la pequeña caja entre mis manos; la carta que he escrito reposa gentilmente sobre la mesa, al lado de nuestras rebanadas de pastel a medio comer. Yoongi me observa directamente a los ojos, levantando mi rostro desde el mentón para que lo vea. Su mirada me transmite miles de mensajes que las palabras no pueden, de un momento a otro, él se acerca a mí rostro para besar mis labios con suavidad a lo cual correspondo gustoso, obviando el dulce sabor que compartimos en él.

Nos sonreímos cuando nos separamos. —¿Mejor?— recuerdo que me preguntó lo mismo la primera vez que lo ví después de pedirle la cerveza… En ese momento, el alcohol era lo único que podía tranquilizarme porque nublaba mi mente, pero ahora un beso de este hombre cumple con el mismo propósito. Asiento sinceramente con la cabeza. —Vamos a un lugar más cómodo— propone, dejándome llevar por su tranquila caminata.

Nos adentramos en su habitación, sentándonos ambos en la suave cama, uno frente al otro. Respiro profundo una vez más para continuar. —Bueno… después de que leyeras eso, yo… no sé cuál sea tu respuesta...— digo, disminuyendo mi tono vocal hasta que la última palabra apenas si se suspende en un respiro. 

—Creo que es obvia y ya la sabes, Jimin. Esperaré lo que tenga que esperar para que tú te sientas cómodo contigo mismo y conmigo.

Mi corazón se acelera infantilmente, no puedo evitar sonreír y él copia mi felicidad. —De acuerdo… Bueno… Pensando que esa podía ser una de tus respuestas yo… Preparé otro regalo...— anuncio, extendiéndole la pequeña caja por fin. Él la abre con delicadeza, encontrándose con dos collares: ambos constan de una piedra turquesa rectangular pequeña, discreta, rodeada de piedrillas plateadas. Son casi similares, exceptuando que la piedra del mío es un poco más pequeña y el contorno es más notorio. —Lamento que ambos regalos fueran mitad para tí y mitad para mí, pero…

—Estoy bien con eso— me interrumpe. —Me alegra que también pienses en tí mismo— sonríe, sacando ambos collares de su escondite, tomándolos por la cadena plateada que los sostiene. —Bien, ¿cuál es mío?

Le indico el que destiné para él, a lo cual lo aprecia con una sonrisa en sus labios. —Esto es una señal de la promesa que estoy haciendo en este momento contigo— hablo en voz baja, sin atreverme a observar de nuevo su rostro. —Me esforzaré hasta que podamos empezar algo más formal e incluso después de hacerlo.

Three times alone | YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora