My moon and stars | BTS OT7 |

8. Chances

VIII

Chances

NamJoon despertó con la cabeza embotada y los ojos pegados. No podía moverse, atrapado en un lío de brazos y piernas, casi asfixiado y aprisionado por tres cuerpos diferentes que lo mantenían inmovilizado contra el colchón. Ser la base de aquella pila de alfas no debería ser tan reconfortante, pero despertarse sintiéndose envuelto por el aroma a jengibre de HoSeok, a nuez moscada de JiMin, y el anís de TaeHyung era suficiente para saber que estaba en casa y a salvo.

Sin embargo, saberse rodeado por tres de sus maravillosos alfas no había sido el motivo por el que se había despertado. Intentó entreabrir uno de sus pesados parpados y levantar la cabeza para mirar alrededor de su habitación, parecía que ya era de día, la luz entraba con fuerza por el balcón.

Rápidamente, NamJoon localizó a su madre a los pies de la cama, con los brazos cruzados bajo su pecho y expresión disgustada. NamJoon dejó caer el rostro de nuevo sobre el muslo de HoSeok, el cual le hacía de almohada, esperando volver a caer dormido y deseando que la presencia de su madre no fuese más que un mal sueño.

– ¿Así es como me demuestras que puedo confiar en ti? — acusó HyunJoo.

NamJoon rezongó como única respuesta, negándose a reconocer la presencia de la Reina, como si ésta se tratase sólo de un fantasma o un producto de su imaginación. Sin embargo, HyunJoo no le permitiría salirse con la suya por mucho que NamJoon se propusiera comportarse como un niño mimado. Por eso, comenzó a pellizcar las pantorrillas desnudas de los alfas con insidia, consiguiendo que estos se despertasen y comenzasen a apartarse de NamJoon, tratando de escapar de los dolorosos pellizcos de la Reina.

— ¡Largo de aquí! — gritaba la Reina, golpeando a los alfas para que salieran de la cama, entre gritos y luchas. NamJoon se cubrió el rostro, tratando de protegerse de los golpes que llovían por todas partes a su alrededor, intentando evitar mezclarse en el fuego cruzado — ¡Nada de alfas en los aposentos del Príncipe! ¿Me habéis oído? — les gritó a los muchachos, amenazante — ¡Si os vuelvo a pillar poniendo un pie aquí dentro os mandaré castrar, perros pulgosos!

NamJoon abrió un ojo, descubriendo su rostro a tiempo para ver a JiMin, TaeHyung y HoSeok salir de su habitación corriendo, JiMin girándose antes de cerrar la puerta tras de sí para hacerle una mueca burlona a la Reina a sus espaldas. NamJoon quiso sonreír ante las travesuras de JiMin, pero se encontró demasiado adormilado y molesto por tener que despertar de esa forma, prometiéndole pasar el día tan enojado que nadie querría dirigirle la palabra.

— Por la Diosa, NamJoon... — se quejó la Reina HyunJoo al ver su rostro — Vaya cara... ¿Cómo vas a presentarte así a los ensayos de la ceremonia de Luna Llena? Estás hecho un desastre...

NamJoon no necesitaba mirarse al espejo para saber que tenía un aspecto lamentable. Sus ojos estaban hinchados y rojos de haberse pasado la noche llorando, la mejilla que su madre había abofeteado inflamada y adolorida. Llevaba dos noches yéndose a dormir llorando, estaba extenuado, física y mentalmente, y a pesar de todo, sentía que podía seguir llorando y llorando una vida entera, que no se le acabarían las lágrimas.

Su madre tiró de él para que se sentase al borde de la cama, sentándose ella a su lado, tomando su rostro entre sus manos y moviéndolo de un lado a otro, murmurando para sí misma, porque lo cierto era que NamJoon no la estaba escuchando. Se quejaba de lo mucho que habría que maquillarlo para ocultar sus profundas ojeras, lo regañaba por no haberse puesto hielo en el rostro para evitar la inflamación. NamJoon no tenía fuerzas para discutir, por eso la estaba dejando divagar sin prestarle atención, dejando que ella lo manejase como a un muñeco. Eso era lo que ella quería de todas maneras, lo más fácil para NamJoon era dárselo.