29. Serendipity

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XXIX

Serendipity

Había demasiada gente en su habitación. ¿Por qué había tanta gente? Era el día de su boda, ¿no podían dejarle solo por un momento? Lo estaban poniendo de los nervios y YoonGi no sabía cuánto aguantaría sin matar a nadie.


WooSeok parecía un pollo sin cabeza, más nervioso de lo que YoonGi se sentía, o más bien aparentaba, porque de solo verlo correr de un lado a otro de la habitación, apilando en la cama todos los accesorios que YoonGi portaría en la ceremonia, estaba haciendo que YoonGi estuviera a punto de tirarse por la ventana pese a que por fuera aparentaba la misma tranquilidad de siempre.

Por si aquello fuera poco, a su alrededor pululaban tres sirvientes de palacio, ayudándolo con las complicadas prendas que fusionaban los estilos del Norte y del Sur, tejidos de color negro, suaves, sedosos, ligeros, que recordaban a YoonGi a las ropas a las que estaba acostumbrado, pero con toques sureños que reafirmaban que estaba entregándose al Reino del Sol.

Los pantalones eran ajustados, recogidos por encima de los tobillos, mostrando sus pies descalzos, donde llevaba tobilleras de plata, finas cadenas que se deslizaban por los empeines de sus pies y terminaban en anillos alrededor de los pequeños y cortos dedos de los pies. La camisa era sin mangas, cruzada sobre su pecho, con una tela de encaje por detrás que dejaba ver a través los firmes músculos de su espalda. El fajín que rodeaba su cintura estaba bordado en hilo de plata, intrincados y finos diseños cosidos a mano por los mejores bordadores del reino, que hacían ver la prenda elegante y rica, perfecta para su boda. Además llevaba una sobrefalda con forma de pico, de la misma tela de encaje de su espalda, que caía delicadamente más larga por uno de sus muslos y más corta desde la cadera contraria. Del cinturón donde debía llevar su espada estaba adornado con un cordón rojo intenso, el color del Sur, con dos cuentas doradas a los extremos que pendían de sus caderas y que daban una nota de color llamativa y exquisita a su atuendo negro.


Mientras que uno de los sirvientes ajustaba con fuerza el fajín, como si fuera un corsé, había otro intentando peinar a YoonGi, partiendo su cabello a un lado para que la corona alrededor de su frente fuese visible entre los largos mechones de flequillo. Y el tercero de los sirvientes estaba intentando aplicar algún tipo de polvo en su rostro que YoonGi no sabía para qué servía, y cada vez que lo veía acercarse con aquella esponjita en la mano, lo golpeaba y lo alejaba con un gruñido, haciendo reír a carcajadas a sus invitados.

Invitados de lo más ruidosos e insolentes.


DongHae estaba allí, y HyeJin, y HyungGu y YeWon, todos sus hermanos, con ropas más livianas de lo que los había visto nunca y rostros colorados por las quemaduras del sol debido a su reciente trayectoria a través del desierto para llegar a Nakwon a celebrar las nupcias de su querido hermano. Se les veía felices, dichosos, pasándoselo en grande a costa del sufrimiento y la incomodidad de YoonGi, acompañados por SeokJin y HoSeok, que se comportaban como si fuesen sus anfitriones.

Maldito el momento en que YoonGi permitió que SeokJin y DongHae se conocieran. Los dos altos, de hombros anchos, guapísimos, esbeltos, de proporciones masculinas y elegantes. Dos alfas perfectos con personalidades de mierda que encontraban gozo en la humillación y la vergüenza de YoonGi, haciéndolo ver como un enano cuando estaba su lado.


YoonGi por fin gruñó y amenazó con arrancarle los dedos de un mordisco al sirviente si osaba volver a acercar esa esponja a su rostro una vez más, haciendo estallar en risas a DongHae y SeokJin, doblándose el uno contra el otro como si se hubieran hecho los mejores amigos mientras YoonGi no los había estado mirando.

My moon and stars | BTS OT7 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora