29 Septiembre, 1922.
El barco había llegado hacía unos tres cuartos de hora aproximadamente al muelle. Estaba comenzando a recoger algunas de mis pocas pertenencias que llevaba conmigo, cuando saqué de mi bolsillo una pequeña foto, asegurándome así de que todavía la tenía conmigo y no se había extraviado. En ella sonreía una preciosa chica. Por desgracia la foto en blanco y negro estaba algo desgastada por los bordes y tenía pequeñas arrugas, aunque mi ropa se encontraba en un peor estado y algunos moretones que tenía por mi cuerpo sobresalían de esas telas.
Anduve por las calles llenas de barro por la lluvia, las suelas de mi calzado se enterraban un poco en el suelo. La contaminación de las industrias del carbón todavía se palpaba en el ambiente, viendo como mucha gente moría de asma o alguna que otra enfermedad respiratoria.
Había pasado algo más de medio año que no pisaba Seúl -mi ciudad natal-, la cuál estaba sumergida en la miseria por la guerra contra Japón (aunque ya estuviera anexa a los isleños). Fui obligada a ir a la gran batalla a mis 21 años, ya que mi padre se encontraba muy enfermo por una enfermedad contagiosa típica de Asia, llamada encefalitis japonesa, falleciendo finalmente hacía unos meses atrás.
Seúl parecía estar igual, no había cambiado nada desde que me fui. La gente parecía todavía más asustada y mucho más vulnerables. Lo entendía completamente, además que no podían marcharse del país al no poder ni mantenerse de lo pobres que eran. Yo casi que me encontraba en la misma situación que ellos por destrozar las pertenencias de mi familia por un simple arrebato y cargaba con la culpa.
Me adentré por un pequeño jardín que había por allí, el cual ahora estaba muy descuidado, para coger una rosa de siria entre todas las que se encontraban a mi alrededor. Junto a aquellas hermosas flores, se encontraban los arboles de cerezo, entre otros tipos de flora.
Llevé la delicada flor a mis fosas nasales. Desprendía un suave aroma, aunque no el típico que recordaba.
De nuevo, volví con la pequeña flor en la mano por aquellas sucias calles y suspiré cuando llegué a la puerta de madera de aquel local que se encontraba en un callejón sin salida. Me paré, observando el exterior por unos segundos, arriba colgaba un pequeño cartel oxidado con un arma...
Un ligero olor a pólvora salía de el, cosa que por una parte me gustaba y agradaba, pero por otra, era un recuerdo muy doloroso. Varios disparos sonaron dentro de mi cabeza y la sacudí para intentar que parasen...
Abrí despacio la puerta sin hacer mucho ruido. No era de las típicas puertas chirriantes y como me esperaba, no había nadie por allí cerca. Seguramente estaría planeando una de las suyas o simplemente inventando diferentes artilugios valiosos para los francotiradores y rifles.
Caminé un poco por allí hasta que logré verla. Se encontraba de espaldas y su delicada figura estaba definida por unos pantalones negros algo ajustados, mostrando sus preciosas curvas.
Sin querer, mis labios se entreabrieron al ver cómo le había crecido su claro cabello, llegándole a más de media espalda. Su camisa blanca estaba muy sucia por el hollín y sin querer me tropecé con un pequeño maletín que se encontraba por ahí tirado, llamando su atención, dando un gran respingo por el susto.
Giró balanceando toda su hermosa melena, se llevó las manos a la boca, dejando todo lo que estaba haciendo. Corrió hacía mí y la recibí entre mis brazos, entre sollozos por parte de ambas, no quisimos separarnos, las palabras sobraban en esos momentos.
Me sentía en casa, había llegado sana y salva al fin, me sentía feliz. La amaba muchísimo.
—Creí que habías muerto, no llegaron noticias de vosotros... —susurró en un hilo de voz, acariciando con sus pulgares ambos costados de mis mojadas mejillas, grandes ojeras adornaban su rostro— Amor, te he extrañado tanto, aunque todavía tenía esperanza de que volvieras...
Antes de todo, miró a su alrededor. Al no ver a nadie, se acercó lentamente a mis húmedos labios por las lágrimas, tomándolos suavemente. Casi había olvidado su sabor y textura, ella sollozó nuevamente en mis labios cuando enredó sus manos en mi cabello, las mías fueron a parar a su ceñida cintura, mientras dejaba pequeñas caricias en esa zona. Sentí que había adelgazado, supuse que no estaría pasando por buen momento.
Un pequeño suspiro salió de mis labios cuando ella se separó, rompiendo el contacto con una pequeña sonrisa, limpiándose la humedad de su cara.
Por unos segundos nos observamos, levanté mis dos manos con la pequeña flor que había recogido para ella.
—¿Es para mí? —asentí y se la llevó a su nariz para olerla, cerrando ligeramente sus ojos— con que este es el olor de la guerra...
Hasta el aspecto de las flores habían cambiado, estaban más enfermas y ella también se había dado cuenta.
Me agarró de la mano, dejando un pequeño beso en mi mejilla, a lo que sonreí algo anonadada. Había extrañado muchísimo algún que otro gesto de cariño por parte de ella o de mi familia...
Observé la mesa donde ella se encontraba antes arreglando y regulando algunos rifles.
—No tengo mucha fuerza para apretar esto, podrías ayudarme, por favor... —dijo con una triste sonrisa.
Miré de reojo sus manos, estaban llenas de cicatrices profundas, ya me imaginaba que podrían ser y la ayudé.
—Te lo hizo el general Bok, ¿no? —le pregunté cuando terminé de ajustar lo que me dijo, ella asintió, tragando fuertemente.
—Papá también está en la guerra y me dejó a cargo de todo como acordamos... —comenzó a decir— no... terminé un pedido y quiso... quiso... —no pudo controlar sus lágrimas, empezó a temblar mucho y volví a abrazarla para calmarla— y co-como puse... resis-stencia me tor-rturó...
—Lo siento tanto Jin Sol... Por no haber estado aquí contigo para protegerte.
—Te hubieran matado igual Jung Eun, entonces yo hubiera muerto después de ti...
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Al principio de cada capítulo iré poniendo canciones que me han ayudado a escribir esta historia, mas o menos intentando expresar lo que le gustaría hacer (o pensar) a Kim Lip con Jinsoul, si no estuvieran reprimidas. Espero que la disfruten mucho ♡

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𝒴𝓊𝒶𝓃ℱ𝑒𝓃 缘份 (ℒ𝒾𝓅𝓈𝑜𝓊𝓁)
Fanfiction- 𝑱𝒖𝒏𝒈 𝑱𝒊𝒏 𝑺𝒐𝒍, 𝒉𝒆𝒎𝒐𝒔 𝒏𝒂𝒄𝒊𝒅𝒐 𝒆𝒏 𝒖𝒏𝒂 𝒆́𝒑𝒐𝒄𝒂 𝒆𝒒𝒖𝒊𝒗𝒐𝒄𝒂𝒅𝒂 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒂𝒎𝒂𝒓𝒏𝒐𝒔, 𝒑𝒆𝒓𝒐 𝒎𝒊 𝒂𝒎𝒐𝒓 𝒑𝒐𝒓 𝒕𝒊 𝒇𝒖𝒆, 𝒆𝒔 𝒚 𝒔𝒆𝒓𝒂́ 𝒔𝒆𝒎𝒑𝒊𝒕𝒆𝒓𝒏𝒐, 𝒏𝒖𝒏𝒄𝒂 𝒍𝒐 𝒐𝒍𝒗𝒊𝒅𝒆𝒔. - 𝑲𝒊𝒎 𝑱𝒖�...